El devenir by Nora Roberts

El devenir by Nora Roberts

autor:Nora Roberts [Roberts, Nora]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Fantástico, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2021-11-23T00:00:00+00:00


* * *

Breen se despertó temprano, se echó la capa sobre el pijama y, tras meterse las botas, sacó a Botarate. Soñaba con café o, al menos, con un té fuerte mientras lo dejaba correr, investigar, olisquear y hacer sus necesidades. No era la única madrugadora, ya que había oído actividad y movimiento dentro antes de salir con el perro por la puerta más cercana a los establos. Y oía risas a través de los altos muros de la halconera. Cuando entraron, vio que ya había personas trabajando en los jardines y otras sacando agua de un ancho pozo de piedra. Otras cargaban con cubos (¿de leche?) sacados de lo que parecía un granero. Vio que un par de gatos salían de allí… y Botarate también los vio.

—Ah, no, hoy no. Nada de perseguir gatos ni ardillas ni nada hasta que conozcamos el terreno.

Para compensárselo, lo llevó hasta el puente para que saltara al río y nadara un poco. Desde allí vio lo que parecían ser unos reclutas jóvenes (o como los llamaran allí) entrenando en el campo. Espadas, lanzas, arcos, combate cuerpo a cuerpo… Sobre ellos, un puñado de hadas peleaban en el aire. Reconoció a Keegan, con su abrigo de cuero al viento, dándole un puñetazo amistoso en el brazo a la mujer que tenía al lado. Cuando se volvió hacia donde estaba Breen, ella llamó al perro.

—Venga, vámonos ya. El agua tiene pinta de estar fría. Vamos a secarnos dentro.

Botarate salió a regañadientes y tomándose su tiempo. Entonces vio a Keegan y, tras dejar escapar un ladrido de alegría, corrió hacia él en vez de hacia ella.

—Genial. Perfecto —masculló Breen.

Sin cafeína, en pijama y despeinada. Y, por supuesto, él tenía un aspecto genial y perfecto mientras se reía y acariciaba a Botarate, que brincaba a su alrededor. Atrapada, esperó a que Keegan se le acercase, con el perro trotando a su lado, como si le trajera un regalo.

—Buenos días. Espero que hayas dormido bien.

—Sí, gracias. —Breen se arrebujó todo lo que pudo dentro de la capa mientras el viento tiraba de ella—. Botarate tenía que salir y quería nadar.

—Tenemos perros por aquí si le apetece la compañía. Un par de loberos, algunos perros de aguas y también chuchos.

—Ah, pues no he visto ninguno.

—Los verás. ¿Vas a seguir con el paseo?

—No, iba ya de vuelta.

—Yo también.

—La Partida ha sido preciosa —dijo Breen mientras volvían—. Preciosa y desgarradora. No sabía que cantaras.

Keegan se encogió de hombros.

—Lo disfruto más con un par de pintas en el cuerpo.

—¿Y quién no? No sé a dónde tengo que ir después ni cuándo.

—Dentro de dos horas se celebrará el juicio. Alguien irá a buscarte.

—¿Hay código de vestimenta? ¿Qué me pongo? Puede que te suene a tontería, pero no quiero ser irrespetuosa.

—Creo que sería buena idea no ir con lo que llevas puesto —comentó Keegan tras mirarla.

—Muy gracioso. Cargué poco la maleta, como se me pidió, así que no tengo muchas opciones.

—No es un acontecimiento elegante, así que ponte lo que sueles vestir siempre. Por lo que he visto, encajará bien.



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