El camino del ninja by Juan Gómez-Jurado & Bárbara Montes

El camino del ninja by Juan Gómez-Jurado & Bárbara Montes

autor:Juan Gómez-Jurado & Bárbara Montes [Gómez-Jurado, Juan & Montes, Bárbara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Infantil, Intriga, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2023-10-01T00:00:00+00:00


10

—Necesito hablar con mi tía —dije cuando el anciano hizo su petición—. Creo que sé lo que tengo que hacer, pero prefiero hablar con ella… Si me perdonáis…

Tanto el abuelo como el nieto asintieron. Yo me levanté y salí de la cabaña, Eric me siguió.

Llamé a la tía a través de mi reloj, contestó enseguida.

—Amanda, cariño, veo que estás en el poblado de los Sōya…

—¿Tú los conoces? —la interrumpí—. ¿Por qué no me habías dicho nada?

—Pensé que el viejo Hanzō ya habría muerto. Cuando yo lo conocí ya era muy anciano y eso fue siendo yo niña… Era el último Sōya. Su hija, su yerno y su nieto fallecieron hace años, un terrible accidente… Algo horrible. Era una pareja maravillosa, muy buenos amigos nuestros… El niño apenas tenía dos años cuando sucedió aquello. Ni siquiera pude ir al funeral, fue nada más desaparecer tus padres… Tenía que mantenerte a salvo.

—El niño no murió, vive aquí con el abuelo, que sigue vivo. —Si mis cálculos no fallaban, Hiro tenía quince años y el abuelo unos dos mil, año arriba, año abajo—. Tía, te llamo porque necesito tu consejo…

Le conté a la tía Paula todo lo que nos había desvelado el señor Sōya sobre la espada, los Orochimaru y el Tomoe encantado. La hice partícipe de mis dudas y de lo que podría significar aceptar ayudarlos y que fracasásemos: el clan Orochimaru se haría con dos objetos muy poderosos.

La tía me escuchó con paciencia preguntando cuando debía hacerlo, comprendió mis dudas y mis miedos. Cuando acabé de narrarle lo que habíamos averiguado hasta ese momento, me preparé para escuchar su consejo.

—Amanda, cariño, confío en ti para hacer lo correcto —dijo.

Yo esperé a que continuase. Después de varios segundos, me di cuenta de que había acabado.

—¿Y ya está? —pregunté sorprendida—. ¿Eso es todo lo que tienes que decirme?

—Claro, creo que ya estás preparada para decidir por ti misma —explicó.

—Pues vaya —bufé.

—Algún día no estaré aquí. Tienes que empezar a tomar tus propias decisiones y este me parece un momento tan bueno como cualquier otro, cielo.

Entendía lo que me estaba diciendo y tenía razón, pero habría preferido que me hubiese dado esa lección de independencia y criterio en otro momento. Me despedí de mi tía diciéndole que no sabía cuánto tardaríamos en regresar a casa y corté la llamada.

Miré a Eric.

—No ha sido de mucha ayuda, ¿eh? —comentó divertido.

—Tú tampoco lo estás siendo —repliqué cortante—. Dime, ¿qué opinas? ¿Debemos ayudarlos?

Eric suspiró.

—Ya has tomado una decisión y yo la apoyo, aunque no me hace ninguna gracia. Preferiría largarme a casa con la espada —dijo posando una mano en mi hombro e inclinándose para mirarme a los ojos—, pero también sé que no puedes hacer otra cosa… Y, la verdad, tampoco espero que hagas otra cosa. Además, hay algo más que te empuja a ayudarlos: los Sōya son como los Black, compartís todos la misma misión… Y eso sin contar con que ambas familias ya habéis colaborado en el pasado… Sé que necesitas…, no sé cómo decirlo…, ¿honrar ese vínculo?

Sabía a qué se refería mi amigo.



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