Cyrano de Bergerac by Edmond Rostand
autor:Edmond Rostand [Rostand, Edmond]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Teatro, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1898-01-01T05:00:00+00:00
Escena II
ROXANA, DE GUICHE, la DUEÑA.
ROXANA.—(A DE GUICHE, haciéndole una reverencia.)
Iba a salir.
GUICHE.
Yo llegaba
a despedirme de vos.
ROXANA.
¿Partís?
GUICHE.
Esta noche misma
al sitio de Arrás me voy.
ROXANA.
¿A la guerra?
GUICHE.
Sí… Ya veo
que la nueva no os causó
gran sorpresa: indiferente
la escuchasteis…
ROXANA.
¡No, por Dios!
GUICHE.
Pues yo estoy desesperado.
¡Si nuestra separación
fuese eterna!…
ROXANA.
¡Oh!
GUICHE.
Coronel
me han hecho…
ROXANA.—(Indiferente.)
Albricias os doy.
GUICHE.
… de los guardias. ¿Lo ignorabais?
ROXANA.
Sí, en verdad.
GUICHE.
Buena ocasión
para que pueda vengarme
allí de un modo feroz
de vuestro primo… *ese fatuo.
ROXANA.—(Sofocada.)
¿Qué estáis diciendo, señor?
¿Partirán también los guardias?
GUICHE.—(Riendo.)
Claro está: su jefe soy.
ROXANA.—(Cayendo sentada en el banco; aparte.)
¡Cristián!
GUICHE.
¿Qué os pasa?
ROXANA.—(Muy emocionada.)
Esta nueva
me desgarra el corazón.
¡Pensar que a la guerra parte
aquél por quien suspiró
el alma!… ¡Jesús! ¡Dios mío!
GUICHE.—(Sorprendido y contento.)
¡Ah! ¡Escuchar tal confesión
por primera vez el día
de mi partida!…
ROXANA.
¡Ah, señor!
¿por qué odiáis así a mi primo?
GUICHE.
¡Ah! ¿Es por él?
ROXANA.
Juro que no.
Al contrario.
GUICHE.
¿Soléis verle?
ROXANA.
Sólo en muy rara ocasión.
GUICHE.
Se le halla por donde quiera
con un cadete, un… señor
de Neu… villen… viller…
ROXANA.
¿Alto?
GUICHE.
Rubio.
ROXANA.
Rojo.
GUICHE.
Guapo.
ROXANA.
No…
GUICHE.
Y muy torpe.
ROXANA.
¡Eso parece!
(Cambiando de tono.)
Sepamos vuestra intención.
¿De Cyrano ansiáis vengaros?
Pues oíd: si imaginó
vuestra astucia conducirle
a la lid, lleváisle en pos
de nuevos lauros. Mezquina
es la venganza, señor;
que en la guerra está en sus glorias.
En cambio, un medio sé yo
que le hiriera en lo más vivo.
GUICHE.
¿Y es?…
ROXANA.
Muy sencillo. Pues hoy
parten los guardias, dejarle
en absoluta intención
en París con sus amigos
los cadetes. No hay mejor
manera de hacer que rabie.
¿Queréis que ruja el león?
¡Enjauladlo! ¿Castigarlo
queréis de un modo feroz?
¡Alejadlo del peligro!
GUICHE.
¡La mujer!… ¡Qué inspiración!
¡Sólo ella inventar pudiera
esa treta!
ROXANA.
Su furor
será inaudito, tremendo;
*se roerá el corazón
*y sus amigos los puños…
¡Qué venganza para vos!
GUICHE.
¡Ah! ¿Conque me amáis… un poco?
(Acercándose a ROXANA, que sonríe.)
¿Qué causa, no siendo amor,
os moviera a la venganza
contra aquel que me ofendió?
¿No es de amor prueba?
ROXANA.
Sí, es prueba.
GUICHE.—(Mostrando varios pliegos sellados.)
Comunicar debo hoy
a todas las compañías
las órdenes…, a excepción
(Separa un pliego.)
de ésta. Partirán hoy todos;
pero los cadetes no.
(Se lo mete en el bolsillo.)
¡Bien, por mi vida, me vengo
de Cyrano el bravucón! (Riendo.)
¿También vos malas partidas
sabéis jugar?
(Se ha acercado mucho a ROXANA.)
ROXANA.
También yo.
GUICHE.
¡Me enloquecéis!… Escuchadme:
sabéis que he de partir hoy;
pero… partir cuando noto
en vos la dulce emoción
con que… Escuchad: no muy lejos
de aquí un convento fundó
el padre Atanasio, un santo
capuchino. Laico soy
y entrar en él no debiera;
mas, por especial favor,
me esconderán en su manga
los padres. Dios permitió
que muy ancha la tuvieran.
Los de este convento son
del cardenal servidores
muy sumisos, y el pavor
que mi tío les infunde
será nuestra salvación.
Todos me creerán ausente
y, en tanto, llegaré a vos
por un disfraz protegido,
a despedirme.
ROXANA.
¿Cuándo?
GUICHE.
Hoy,
retardando así el instante…
ROXANA.
Mas vuestra fama… ¡Ah, no, no!
Si alguien supiese.
GUICHE.
¡Bah!
ROXANA.
Pero
¿y el sitio de Arrás?
GUICHE.
¡Peor
para el sitio! ¡Os lo suplico!…
¿Consentís?
ROXANA.
Dije que no.
GUICHE.
¡Por Dios, Roxana!…
ROXANA.
No puedo
ni debo. ¡Partid! (Aparte.) Mi amor
se queda. (Alto.) Siempre os juzgué
un hombre de corazón;
un valiente, un héroe… —¡Antonio!
GUICHE.—(Embelesado.)
¡Es celestial vuestra voz!—
¿Y amáis?…
ROXANA.
A aquel por quien ahora
me estremecí.
GUICHE.—(Arrebatado de júbilo.)
¡Adiós! ¡Me voy!
¿Estáis contenta?
(Besándole la mano.)
ROXANA.
¡Sí, amigo!
(Vase DE GUICHE.)
DUEÑA.—(Haciendo a espaldas del conde una reverencia cómica.)
¡Sí, amigo!
ROXANA.
Calla, por Dios,
que si se entera Cyrano…
DUEÑA.
¿De qué?
ROXANA.
Pues de que soy yo
quien le impide ir a la guerra.
¡Cyrano! ¡Primo!
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