Choque de reyes (ed. ilustrada) by George R. R. Martin

Choque de reyes (ed. ilustrada) by George R. R. Martin

autor:George R. R. Martin [Martin, George R. R.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 1998-11-06T00:00:00+00:00


JON

La colina sobresalía entre la densa espesura del bosque. Se alzaba solitaria e inesperada; su cumbre azotada por los vientos se veía desde varias leguas de distancia. Según los exploradores, los salvajes la llamaban Puño de los Primeros Hombres. Jon Nieve pensó que era cierto, que parecía un puño que se hubiera abierto camino entre la tierra y la madera, con laderas desnudas como nudillos de piedra.

Subió a caballo hasta la cima con lord Mormont y los oficiales, mientras Fantasma se quedaba bajo los árboles. El lobo huargo había huido en tres ocasiones durante el ascenso; en dos de ellas regresó de mala gana cuando Jon silbó para llamarlo. En la tercera ocasión, el lord comandante perdió la paciencia.

—Deja que se vaya, chico —dijo con brusquedad—. Quiero llegar a la cima antes de que anochezca. Ya buscarás a tu lobo luego.

El camino ascendente era empinado y pedregoso, y la cima estaba coronada por un muro de rocas que les llegaba a la altura del pecho. Tuvieron que dar un rodeo hacia el oeste para dar con una brecha por la que pudieran pasar los caballos.

—Es un buen terreno, Thoren —dijo el Viejo Oso cuando llegaron por fin a la cima—. No se puede pedir nada mejor. Acamparemos aquí y esperaremos a Mediamano.

El lord comandante desmontó y se sacudió el cuervo del hombro. El pájaro alzó el vuelo, quejándose a graznidos.

Desde la parte superior de la colina, la vista era extraordinaria, pero lo que más llamó la atención a Jon fue el muro circular, las erosionadas piedras grises con sus parches blancos de líquenes y sus barbas de musgo verde. Según se contaba, el Puño había sido un fuerte de los primeros hombres, en la Era del Amanecer.

—Es un lugar antiguo —dijo Thoren Smallwood—. Y poderoso.

—Antiguo —graznó el cuervo de Mormont mientras revoloteaba sobre sus cabezas en círculos escandalosos—. Antiguo, antiguo, antiguo.

—Cállate —gruñó Mormont al pájaro. El Viejo Oso era demasiado orgulloso para reconocer su debilidad, pero no engañaba a Jon. El esfuerzo de mantener el ritmo de hombres más jóvenes le estaba pasando factura.

—En caso de necesidad sería muy fácil defender estas alturas —señaló Thoren al tiempo que guiaba a su caballo por el círculo de piedras, con la capa ribeteada en marta ondeando al viento.

—Sí, aquí estaremos bien. —El Viejo Oso alzó una mano al viento, y el cuervo se le posó en el antebrazo, con las garras arañando la cota de malla negra.

—¿Qué pasa con el agua, mi señor? —preguntó Jon.

—Al pie de la colina había un arroyo.

—Mucha distancia solamente para beber —señaló Jon—. Y hay que salir del círculo de piedras.

—¿Te da pereza escalar una colina, chico? —se burló Thoren.

—No vamos a encontrar otro lugar tan bien protegido —dijo lord Mormont—. Acarrearemos agua para tener un buen suministro.

Jon comprendió que no había discusión posible. De modo que se dieron las órdenes oportunas, y los hermanos de la Guardia de la Noche montaron el campamento dentro del círculo de piedra que habían erigido los primeros hombres. Las tiendas negras brotaron como setas después de la lluvia, y las mantas y jergones cubrieron la tierra yerma.



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