Cela, Mi Padre by Camilo-jose Cela Conde

autor:Camilo-jose Cela Conde [Cela Conde, Camilo-jose]
Format: epub
Tags: nonf_biography
editor: www.papyrefb2.net

La nostalgia geométrica del azar

Quien piense que una tal selva equivale a desorden, se equívoca. Muy al contrario, Camilo José Cela tuvo una verdadera pasión por el orden: todo lo guardaba, lo apuntaba y lo clasificaba. Su nieta ha heredado la primera de las virtudes, aunque no las otras dos. Lo que sucede es que los criterios de CJC acerca del orden físico no coincidían con los de los demás mortales.

Cuando le daba la vena filosófica, CJC solía referirse a la nostalgia geométrica del azar como elemento crucial que dirige el acontecer del mundo. Luego nunca decía en qué consistía tan sonoro concepto, así que no pueden darse mayores explicaciones sobre su alcance, pero cabe imaginar que jugaría un cierto papel en la lucha que tenía lugar entre el caos y el cosmos dentro de la cabeza del escritor. La nostalgia geométrica del azar goza de sus propias reglas y, entre ellas, debe figurar algún tipo de mecanismo intuitivo, de mapa oculto que le permitió a CJC bucear por sus papeles yendo de inmediato, y sin excesivos rodeos, hacia lo que había menester. Cualquier otra persona se perdería en ese laberinto que, para mi padre, significaba paz, armonía y orden. De ahí el que no se le permitiese a nadie, salvo a Charo o a alguna que otra secretaria de mucha confianza, el mover o limpiar nada de lo que descansaba sobre la mesa de trabajo de CJC. El escritor recordaba demasiado bien el primero (y último) intento de meter en sus cosas un orden ajeno. Una asistenta cargada de buenas intenciones, cuando la familia vivía aún en Madrid, colocó los libros desperdigados por todo el cuarto en los estantes vacíos según un criterio que a ella le parecía de una lógica irrefutable: de acuerdo con su tamaño. La librería quedó que daba gusto verla, con los volúmenes ordenados de mayor a menor, y la buena mujer se sorprendió muchísimo al ver que CJC, de vuelta a casa, se quejaba con amargura de que jamás llegaría a encontrar nada en medio de tal barullo.

Esa cadencia que Camilo José Cela impuso a los cuartos, los pasillos y los rincones, hundiéndolos cada vez más en un agobio casi tropical, se repitió una vez y otra hasta alcanzar el nivel crítico. Mientras quedase un hueco en la casa por descubrir, el problema era de menor cuantía. Pero siempre llegaba el momento en el que las necesidades de espacio exigían el traslado. Así abandonamos la casa de Bosque I. Pero las mudanzas de CJC, dada la proliferación creciente de armas y bagajes, eran cada vez más complejas. De Bosque I, en Son Armadans, a José Villalonga 87, en el barrio de El Terreno, no hay un gran trecho; el trayecto, sin embargo, tuvo sus más y sus menos sí tenemos en cuenta que a lo ya censado había que añadir la expedición en sí misma: toda la familia, enriquecida con la presencia de dos perros bóxer, y la redacción entera de la revista Papeles de Son Armadans, con almacén y archivos incluidos.

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