Benito Cereno (trad. Maite Fernández) by Herman Melville

Benito Cereno (trad. Maite Fernández) by Herman Melville

autor:Herman Melville [Melville, Herman]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 1855-01-01T00:00:00+00:00


Ni la espada blandida ante Jacobo I de Inglaterra, ni amenaza alguna en presencia de aquel rey timorato podían haber producido mayor pavor que el que reveló la expresión de don Benito.

«Pobre hombre —pensó el capitán Delano—, está tan nervioso que no puede soportar siquiera la vista de la sangre del barbero; ¿cómo pude imaginar que este hombre enfermo y deshecho tuviera intención de derramar mi sangre si no soporta ver una sola gota de la suya? Sin duda, Amasa Delano, hoy no pareces tú mismo. Mejor no lo cuentes cuando llegues a casa, estás muy impresionable. Bien, bien, así que parece un asesino, ¿no? Más bien parece él el que temiera ser asesinado. En fin, la experiencia de este día será una buena lección».

Mientras todos estos pensamientos cruzaban por la mente del honesto navegante, el sirviente se había quitado la toalla del brazo y le había dicho a don Benito:

—Pero responded a don Amasa, señor, por favor, mientras limpio esta porquería de la navaja y la afilo de nuevo.

Mientras hablaba, había girado a medias la cara como para que le vieran tanto el español como el norteamericano, y parecía querer indicar, con su expresión, que al hacer que su señor reanudara la conversación, su considerado propósito era alejar la atención de este del desagradable incidente. Como alegrándose de agarrarse al alivio ofrecido, don Benito continuó, explicándole al capitán Delano que no solo los periodos de calma fueron de duración inusual, sino que el barco se había topado con obstinadas corrientes; y agregó otros detalles, algunos de los cuales no eran sino repeticiones de lo que había dicho antes para explicar cómo había podido hacerse la travesía del cabo de Hornos hasta Santa María tan excesivamente larga; aquí y allá, insertando en sus palabras elogios adicionales a los negros, menos efusivos que antes, por su general buena conducta. Toda esta información no se impartía de forma continuada, y el sirviente, en el momento adecuado, utilizaba la cuchilla, así que entre los intervalos del afeitado, fueron narrándose la historia y el panegírico en voz más ronca de lo habitual.

Creyó adivinar la imaginación del capitán Delano —que volvía a revolverse inquieta— que había en las maneras del español algo hueco que encontraba cierto vacío recíproco en los comentarios oscuros del sirviente, lo que le hizo pensar por un instante que era posible que tanto el uno como el otro, con sus palabras y sus actos, incluido el temblor de los miembros de don Benito, estuvieran representando por un motivo desconocido algún espectáculo ante él. Tampoco la sospecha de conjura carecía de aparentes pruebas, teniendo en cuenta las murmuraciones antes mencionadas. Pero entonces, ¿cuál podía ser el objeto de que representaran ante él aquella escena del barbero? Al final, considerando absurda la idea, sugerida quizás por el aspecto teatral de don Benito con aquella bandera de patrón arlequinado, el capitán Delano la despachó con rapidez.

Terminado el afeitado, el sirviente le refrescó con una pequeña botella de aguas aromáticas, echándole unas gotas en la



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.