Al ritmo del deseo by Jessica Lemmon

Al ritmo del deseo by Jessica Lemmon

autor:Jessica Lemmon
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2022-09-21T10:33:27+00:00


Capítulo Trece

–Fue una irresponsabilidad. Y una tontería. No volverá a ocurrir.

Hallie se inclinó sobre el interfono de la mesa de su despacho y rogó al cielo que su hermana no la despidiera.

Habían aparecido fotografías de Gavin y ella en las redes sociales poco después de la sesión de besuqueo improvisada en el paseo del lago. A pesar de que le había explicado a la multitud que no era su hermana, la noticia falsa de que Hannah estaba engañando a su marido con Gavin se había extendido por internet.

–Lo siento muchísimo, Han –dijo Hallie.

Sin embargo, la reacción de su hermana no fue la que esperaba. Hannah se echó a reír.

–¿Estás bien? –le preguntó ella.

Hannah dio un resoplido entre carcajadas.

Vaya.

–Pensaba que te habrías disgustado al ver que todo el mundo piensa que eres una adúltera que engaña a su marido con su cuñado.

–Hallie, cariño –dijo Hannah–. Will y yo estábamos publicando en las redes fotografías de nuestras vacaciones aquí en ese mismo momento. Mis fans saben que en esas fotos aparecéis Gavin y tú, no yo.

–Ah… Esa es una buena noticia. Adoro a tus fans.

–Yo, también.

Hallie suspiró.

–Si sirve de algo, yo no quería causar un escándalo.

–No, se ve perfectamente lo que estabas intentando causar –dijo Hannah en tono de picardía–. ¿Vas a darme los detalles de por qué estabas deslizando tus labios contra los de Gavin?

Al fondo, se oyó la voz de Will.

–¿Quién es?

–¡No se lo digas! –exclamó Hallie.

–Es Hallie –dijo Hannah al mismo tiempo.

–¡Hannah!

–Todo el mundo sabe que lo estabas besando. Will también lo va a saber, al final. Así que, contéstame: ¿Por qué estabas paseando a orillas del lago con Gavin?

–Me invitó a cenar para darme las gracias por haberle ayudado a decorar su nueva casa.

–Y, entonces, anoche decidiste medir los metros cuadrados que tiene su boca, ¿no? –preguntó Hannah, y se echó a reír de su propio chiste.

Will dio un gruñido.

–No te preocupes por nada –le dijo Hannah, al ver que Hallie no respondía–. Ya sabes cómo es el público. Pensarán lo que quieran. Como siempre dice la abuela, nosotros solo tenemos que preocuparnos de nuestra propia reacción.

–Tienes razón.

A Hallie se le había olvidado la sabiduría que su abuela les había imbuido durante todos aquellos años. En su defensa, podía alegar que, cuando Gavin la besaba, se le olvidaba todo.

–Yo siempre tengo razón –dijo Hannah.

–Metros cuadrados de boca –repitió Hallie con una sonrisa. Su hermana era bastante divertida.

–¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo que querías hacer de verdad? –le preguntó Hannah afectuosamente–. Ya era hora de que te arriesgaras un poco.

Lo cierto era que había hecho algo que le apetecía muy pocas horas antes, en la flamante cocina de Gavin. Cuando colgó, estaba sonriendo, tanto por la reacción de su hermana como por los recuerdos de la noche pasada.

Hallie había mencionado una siguiente ronda, y él no había puesto ninguna objeción. De hecho, le había preparado un helado gigante con sirope de caramelo y nata. Le había dado cucharadas en la misma encimera en la que acababan de hacer el amor.



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