Al compás del amanecer by Michelle Durán

Al compás del amanecer by Michelle Durán

autor:Michelle Durán [Durán, Michelle]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Juvenile Fiction
editor: Crossbooks
publicado: 2023-07-04T22:00:00+00:00


37

El móvil de Lee echaba humo. Llevaba todo el día recibiendo llamadas y mensajes de su familia. Comiendo junto a Peterson había sido fácil ignorarlos, pero ahora que estaba solo la situación se le estaba haciendo bola.

No había nada que le apeteciera más que contestar las llamadas. Quería reunirse con su padre y sus hermanas, cantar villancicos y comer pavo hasta reventar. Pero... no podía.

Una vez, Lee leyó que la cantidad de emociones que puede sentir a la vez un ser humano es limitada, pero ahora sabía que eso era una patraña. Porque él sentía, joder. Sentía mil millones de emociones diferentes y contradictorias. Estaba paralizado, ansioso, dolido, sentía añoranza por su familia, tristeza, emoción al pensar que podría volver a ver a Mark, odio hacia el chico por hacerle sentir así, enfado hacia sí mismo por estar comportándose como un niño asustado.

Sabía la imagen tan patética que ofrecía, ahí solo, parado frente al edificio de Mark, sin atreverse a bajar del coche para encarar al chico que le gustaba.

Maldición.

Siempre había odiado las despedidas.

Lee tomó aire. Apagó el móvil y se apeó del vehículo. No sabía exactamente cuál era el número del apartamento de Mark, pero estaba dispuesto a llamar a todos los timbres hasta encontrarlo. Se acercó al telefonillo y lo observó. Tal y como suponía, no había ningún apellido escrito en él. La puerta del portal estaba abierta —o sería mejor decir que ni siquiera se podía cerrar puesto que estaba arrancada por los goznes—, pero Lee no fue capaz de entrar. Permaneció de pie, observando la oscuridad del descansillo hasta que una voz lo sobresaltó.

—Hola, ¿buscas a alguien?

Lee se giró, y el aire se escapó de sus pulmones.

Reconocería esos ojos verdes en cualquier parte.

Frente a él había dos personas, una mujer y un joven de su misma edad. Ambos lo miraban con curiosidad, con unos ojos que eran exactamente iguales a los de Mark.

Lee se había imaginado a la familia del chico de mil formas diferentes, pero... nunca se le pasó por la cabeza que fueran blancos, como él. Mark nunca se lo había mencionado. Aunque, pensándolo bien, Mark jamás le había mencionado nada sobre nada.

—Ehm... Sí, bueno —se obligó a contestar. Mierda. Había ido hasta allí sin tener ningún plan. No se esperaba encontrarse con la familia de Mark. Joder, en realidad, ni siquiera esperaba encontrarse con el puñetero Mark—. Busco a... Mark Clark.

La mujer le lanzó una mirada de sorpresa.

—¿A Mark? —preguntó el chico. Lee no recordaba si Mark le había dicho cómo se llamaba, pero su cerebro ahora mismo era como serrín, así que tampoco podía fiarse demasiado de su memoria—. ¿Eres... un amigo suyo?

—Algo así.

La familia de Mark guardó silencio. Lo escrutaron de arriba abajo, con muy poco disimulo, y él retorció la manga de su abrigo entre los puños. Lee sabía lo que debían de estar pensando. ¿Qué hacía un chico como él, de buena familia, en un barrio como aquel preguntando por un chico como Mark? Ojalá se hubiese puesto un chándal esa mañana en lugar de un jersey de cachemira.



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