Ahora abrazo al amor by Mary Shepherd

Ahora abrazo al amor by Mary Shepherd

autor:Mary Shepherd
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Erótico
publicado: 2014-09-12T22:00:00+00:00


CAPÍTULO 42

HABÍAN llegado donde los esperaban Brad y Chad. Los chicos estaban asustados, pero Phill los calmó en un minuto. Les dio la “responsabilidad” de vigilar las dos puertas del edificio.

El edificio era una construcción de seis plantas, todas ellas de oficinas, de las cuales, la gran mayoría estaban en total abandono. Phill los trató como a dos adultos responsables y maduros.

La única jodida pega fue cuando insistió en que ella esperara con alguno de los muchachos.

Ella se negó. Él volvió a insistir. Ella le dijo que subiría. Él, que la bajaría arrastras. Ella le soltó un: “¡Atrévete!”

Y él la miró tan fijamente que por un jodido momento pensó que terminaría atándola a la farola más cercana. Pero al final soltó un: “Está bien, eres capaz de seguirme y entonces sí que no podré controlarlo todo.”

Subieron al piso y les abrió una masa enorme de hombre. Debería medir dos metros de alto, de ancho y de jodido perímetro. Daba miedo. Más bien, terror. Y encima, los miraba como si fueran comida para peces. —¿Qué coño queréis?

Phill parecía tranquilo. Joder, hasta sonrió el muy capullo, cuando ella estaba por lanzarse al súper más cercano y comprarse un paquete de pañales extra grandes.

—Hola, chico. Se me ha perdido un muchacho y me comentan que te lo has encontrado tú. El hombre, que apenas había dejado atrás la adolescencia, los miró más cabreado aún. —Esto no es la oficina de objetos perdidos, así que largo, idiotas.

Blanca no lo vio, ni siquiera lo vislumbró y el mastodonte parecía ser que tampoco, pero un momento antes estaba cubriendo al completo la jodida entrada y al segundo siguiente, estaba tirado en el suelo, con la rodilla de Phill clavada en los riñones, un brazo retorcido y la boca de Phill soldada a su oreja.

—Esa, chaval, no ha sido la respuesta correcta. Volveré a hacértela y como no me digas lo que quiero saber me iré de aquí con tu oreja y tu puto brazo, ¿nos vamos entendiendo?

El gorila aquel asintió. —¿Está aquí Joey?

El hombre dijo en un quejido que sí o algo que se le parecía muchísimo.

—¿Sois sólo tres? Otro asentimiento. —¿Para quién trabajáis?

El joven gruñó pero no contestó. Phill tiró un poco más del brazo. —Venga, muchachito, ¿no querrás perder tu puto brazo por un par de preguntas, verdad? Otro tirón más y el muchacho empezó a cantar más que en la jodida Traviata. —Trabajamos para Teixeira.

Phill empezó a reírse. Blanca lo miró alucinada, ¿dónde coño estaba la gracia allí? Ella estaba asustada, muy asustada y el muy capullo se estaba partiendo el culo de risa. Sería gilipollas.

—Joder muchacho, la habéis cagado de lo lindo, a lo grande, gilipollas. ¿Cómo cojones podéis trabajar para Teixeira y estar en territorio de “Cat” Morris? Os habéis metido en un jodido lío, chaval.

Phill lo soltó bajo la alucinada mirada de ella. ¿Qué acababa de pasar? —Suelta a mi muchacho, olvídate de la droga y de cobrarla y salir cagando leches de aquí.

El joven lo miró malhumorado. —¿Y eso porque tú lo dices, capullo?

—Sí, exactamente.



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