¿Es usted un marciano? by Louis G. Milk

¿Es usted un marciano? by Louis G. Milk

autor:Louis G. Milk
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción, Novela
publicado: 1968-12-31T23:00:00+00:00


* * *

Robert Awlding entró en el observatorio y se dirigió rectamente hacia el gran telescopio situado al pie de uno de los ventanales del edificio.

Dado que el aparato debía hallarse al aire libre, Awlding vestía traje espacial, lo mismo que los dos individuos que se encontraban en aquel lugar. Sin la menor ceremonia, Awlding los apartó a un lado y se sentó ante el aparato.

—Preparen la película de las últimas horas, en sus fases más interesantes —ordenó a través de la radio.

—Bien, señor.

Awlding estuvo mirando unos momentos directamente a través del telescopio. Luego contempló las imágenes que recibía el aparato y que eran proyectadas sobre una pantalla gigante de televisión.

Al cabo de un rato, se puso en pie y se dirigió a otro extremo del observatorio. Uno de los individuos encendió el proyector.

La figura de la astronave apareció, en imágenes rápidas, aumentando de tamaño sucesivamente. Awlding continuaba en silencio.

Pasado un cuarto de hora, se puso nuevamente en pie.

—Sigan —dijo lacónicamente.

Y salió.

Momentos después, se hallaba en una habitación estanca, en la que pudo quitarse el casco espacial. Liggton y sus tres ayudantes le contemplaron con interés.

—Llegarán dentro de veinticuatro hars —dijo Awlding—. Dejaremos que se acerquen a Marte. Entonces, saldremos a interceptarlos.

—¿Qué medios emplearemos? —preguntó Liggton—. ¿Torpedos?

—Algo mejor. Temperatura.

Liggton asintió.

—Será preciso emplear los generadores al máximo

—dijo.

—Por supuesto. Aunque revienten... ¡pero la nave en que viajan esos dos miserables debe quedar convertida en un pedazo de metal fundido!

Awlding miró a los otros individuos.

—Avisen a las tripulaciones siete y cincuenta y dos —ordenó—. Díganles que estén preparadas, dentro de veinte horas, en situación de «despegue inmediato».

Zett se levantó.

—Transmitiré su orden en el acto —contestó.

Salió del cuarto. Luego, Awlding miró a Liggton.

—Y una vez que desaparezca esa amenaza, podremos llevar a cabo nuestro plan —dijo.

Liggton inclinó la cabeza.

—No tengo la menor duda de que todo saldrá bien —contestó.



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