¡No me toques con esas manos! by Ana Álvarez

¡No me toques con esas manos! by Ana Álvarez

autor:Ana Álvarez [Álvarez, Ana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2023-06-22T00:00:00+00:00


Capítulo 11

El sol estaba muy alto cuando Adriana se despertó el domingo. Sentía un ligero dolor de cabeza producto de las copas ingeridas la noche anterior, y el cuerpo laso y relajado. Giró la cabeza buscando a Maxi, pero su lado de la cama estaba vacío, aunque la almohada conservaba aún la huella de su cabeza.

Se sentó y cogió su ropa, dispuesta a enfrentarse al incómodo momento de la mañana después. Hubiera deseado que él siguiese acostado junto a ella y haber echado un polvo mañanero, pero su ausencia le indicaba que lo sucedido durante la noche se quedaría en la noche, y que el día volvería a traerle al compañero de casa. Lo asumiría con naturalidad, sin reproches ni peticiones. Ni siquiera le recordaría su propuesta de recibir clases de baile juntos.

Antes de bajar entró en su habitación, cogió ropa limpia y se dio una ducha para eliminar todo resquicio de la noche anterior. Con el pelo húmedo y vistiendo uno de sus habituales leggins y un jersey abrigado, se reunió con él en el salón. Acalló su deseo de que la recibiera con un beso y le dijera que lo sucedido había sido maravilloso y que deseaba que siguieran explorando eso que había comenzado, y lo saludó como cada mañana.

Maxi estaba en el salón, jugando a la consola, y alzó la vista al oírla llegar.

—Buenos días.

—Casi buenas tardes ya —rectificó él con una sonrisa, esa que le robaba el aliento.

—¿Qué hora es?

—Las dos.

—¡Caray! ¿Por qué no me has despertado?

—¿Para qué? Nos dormimos muy tarde, y necesitabas descansar. Anoche estabas agotada.

—Sí… Bueno…

Él enfrentó su mirada.

—¿Te sientes incómoda por lo que pasó?

—No, claro que no —dijo, y no era mentira. Incomodidad no sentía. Ganas de algo más, sí, pero estaba claro que Maxi no—. No sucedió nada que alguno de los dos no deseara.

—Exacto. Salimos, nos divertimos y terminamos la noche con un buen polvete. Somos adultos, en estos tiempos pasar una noche juntos no tiene más implicaciones.

—Por supuesto.

—Lo importante es que Micaela no se dé cuenta, porque entonces tu estancia aquí se vería afectada, incluso podría hacerte lo que a Mariló: dejarte en la calle.

—Tengo un contrato de alquiler por un año.

—Podría hacerte la vida tan imposible que tú misma desearías marcharte. Y a mí me gusta tenerte por aquí —añadió con un guiño.

—No tengo intención de que se entere.

—Yo tampoco. Y para que ni siquiera sospeche, voy a marcharme ahora. Cuando llegue le dices que no he pasado por la casa en todo el fin de semana, que ni siquiera me has visto.

—¿Te vas ahora? —preguntó algo decepcionada. Hubiera querido que almorzaran juntos como solían hacer durante la semana.

—Es lo mejor, créeme. Volveré esta noche. Te he dejado preparado algo de comer para que no tengas que meterte en la cocina.

—No era necesario, pero gracias.

—De nada.

Se levantó y se dispuso a salir del salón. Al pasar junto a ella alargó la mano y le acarició la barbilla.

—La noche de ayer fue fantástica en todos los aspectos —aseguró Maxi con una sonrisa.



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