Vientos alisios by Christina Courtenay

Vientos alisios by Christina Courtenay

autor:Christina Courtenay [Courtenay, Christina]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Drama, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2010-03-01T05:00:00+00:00


Capítulo 19

Killian despertó con un terrible dolor de cabeza y maldijo el aguardiente sueco. La bebida no le había embriagado en exceso, pero el efecto al día siguiente era terrible. Para colmo de males, su habitación estaba tan fría que el agua del aguamanil se había congelado, así que tuvo que machacar el hielo para poder lavarse, una experiencia no demasiado agradable. Se vistió tan rápido como pudo, tiritando, y bajó al primer piso en busca de calor.

Encontró a Jessamijn en el comedor, hecha un manojo de nervios.

—God morgon —saludó alegremente—. ¿Cómo está mi prometida esta mañana?

—Entonces te acuerdas… —dijo ella mientras miraba a su alrededor, como si le preocupara que alguien pudiera escuchar su conversación.

—Por supuesto —repuso él—. ¿Qué pasa? ¿Has cambiado de opinión?

—Ejem, no, pero la cuestión es… creo que debemos mantener el asunto entre nosotros, por el momento.

Killian se sirvió un vaso de cerveza y dio un buen trago, con la esperanza de que aliviara su resaca.

—¿Por qué? —preguntó.

—Sabes bien que, si Robert se entera, se pondrá furioso y hará lo que pueda para impedir que nos casemos —contestó Jess mientras clavaba la mirada en su plato de gachas—. No podemos correr ese riesgo.

—Es verdad, pero él no está aquí y me parece que sería un poco difícil casarse sin decírselo a nadie —replicó Killian—. Por otra parte ¿no necesitamos el permiso de tu padrastro?

—En teoría sí, pero por lo que yo sé, el matrimonio sería legal incluso sin su consentimiento —explicó Jess—. Sin embargo, podría retener mi dote. He oído hablar de casos parecidos y los novios no han podido hacer nada. Si eso llega a suceder, te habrás casado a cambio de nada.

Killian caviló durante unos instantes.

—Presentémosle un hecho consumado —dijo por fin—. Si monta un escándalo, le amenazaremos con propagar al mundo entero que pretende quedarse con todos los activos que pertenecían a tu padre. Podemos decir que ahuyentó a tus anteriores pretendientes ofreciéndoles solo una fracción de la dote que te corresponde por herencia. No le resultará agradable que en su círculo comenten que ha intentado arrebatarte lo que es tuyo.

—¡Pero eso sería un chantaje! —exclamó Jess.

Killian se encogió de hombros.

—¿Y qué? No es peor que lo que te ha hecho él.

—Supongo que es cierto —dijo Jess y comenzó a caminar ensimismada de un lado al otro de la habitación, mordiéndose el labio inferior. Killian se sorprendió al sentir de pronto una fuerte atracción por ella y un perentorio deseo de cubrirla de besos para tranquilizarla. En aquel momento se dio cuenta de la emoción que le despertaba el proyecto de casarse con Jessamijn, aunque al tiempo se sentía algo abrumado ante la idea de dar un paso tan importante y trascendental.

Jess se detuvo junto a él, que continuaba sentado, y lo miró con el ceño fruncido.

—¿Y qué pasará si aun así se niega? —dijo—. Estarás atado a mí, pero sin dote de ninguna clase.

Killian la tomó de la mano y la obligó a acercarse, para mirarla directamente a los ojos.

—No soy un completo menesteroso —le dijo—.



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