La puerta pintada by Carlos Aurensanz

La puerta pintada by Carlos Aurensanz

autor:Carlos Aurensanz [Aurensanz, Carlos]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2014-12-31T16:00:00+00:00


SEGUNDA PARTE

Puente Real, 1936

Capítulo 18

Domingo, 16 de febrero de 1936

A pesar del frío intenso de febrero y de lo avanzado de la noche, la plaza de los Fueros registraba todavía el trasiego continuo de los numerosos hombres y las escasas mujeres que se resistían a terminar la jornada sin conocer los resultados de las elecciones celebradas aquel domingo en la ciudad. Aún persistían corrillos en los que bajo el relente se comentaba el transcurso de la jornada, pero la mayor parte de los parroquianos había buscado cobijo en alguno de los múltiples bares que ocupaban los bajos de la plaza. Frente al quiosco central, las luces del Círculo Mercantil e Industrial se proyectaban sobre el suelo recién pavimentado, y el murmullo de las voces procedentes del interior alcanzaba la calle cada vez que alguien abría las puertas.

Salvador retiró el brazo que había cubierto los hombros de Teresa para sujetar el tirador y, al instante, les alcanzó aquel familiar olor mezcla del humo de estufas y cigarros y de la colonia de los domingos de decenas de hombres y algunas mujeres. Aunque el local se encontraba atestado y el vocerío resultaba incluso molesto, ambos agradecieron el ambiente tibio y acogedor mientras se desabrochaban los botones de los abrigos y echaban un vistazo por encima de las cabezas. La mayoría rodeaba un grupo de mesas dispuestas junto a los ventanales, en las que Salvador distinguió a varios miembros destacados de los partidos republicanos y de izquierdas de Puente Real, coaligados para aquellas elecciones trascendentales en la candidatura del Frente Popular Navarro. Entre ellos, sentado en posición central y al parecer concentrado en los papeles que cubrían la mesa, destacaba la figura de Aquiles Cuadra, el único candidato a diputado de la ciudad en aquellas elecciones.

Trataron de acercarse a la barra en el extremo más alejado, el único donde aún se veía algún hueco. Teresa se quitó los guantes y se frotó las manos enrojecidas, al tiempo que con una sonrisa intercambiaba saludos con los presentes, la mayoría conocidos. Uno de ellos, un apuesto muchacho que apenas superaría los veinte años, le cedió sin dudar y con gesto un tanto cohibido el taburete que ocupaba. Salvador sonrió.

—Aún conservas el respeto de tus antiguos alumnos —dijo, mientras trataba de llamar la atención de un camarero.

—Quiero creer que es aprecio, y no temor —respondió.

A pesar de su juventud, Teresa Monreal dirigía una de las escuelas públicas que se habían puesto en marcha en Puente Real al inicio de la República, la que contaba con el mayor número de alumnos en la actualidad. Estaba ubicada en un edificio histórico de la plaza del Mercadal, junto a la iglesia de San Jorge y, aunque precisaba con urgencia la mano de un ejército de albañiles, las dependencias que rodeaban su hermoso patio porticado cumplían su función en una ciudad que aún mantenía una tasa de analfabetismo inaceptable, sobre todo entre la mujeres. Habían sido su entusiasmo y su dedicación los que la habían aupado al cargo tras el fallecimiento repentino del director anterior.



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