Vidas paralelas IV by Mestrio Plutarco

Vidas paralelas IV by Mestrio Plutarco

autor:Mestrio Plutarco [Plutarco, Mestrio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Biografía
editor: ePubLibre
publicado: 0100-01-01T00:00:00+00:00


16Tras recoger a éstos, Pirro se dirigió a Tarento, donde Cíneas, enterado de su llegada, salió a recibirlo con sus soldados. Así, una vez que entró en la ciudad, no empleó violencia ninguna ni hizo nada contra la voluntad de sus habitantes, hasta que sus naves no estuvieron a salvo del mar y tuvo reunida la mayor parte de sus efectivos. Entonces, al comprobar 2 que la muchedumbre era incapaz de salvarse a sí misma ni de salvar a otros, sino bajo estricta coacción, y que se encontraba dispuesta a que él luchara en su lugar, mientras ellos permanecían en casa entre baños y entretenimientos, Pirro cerró los gimnasios y los paseos en los que andaban de aquí para allá mientras libraban angustiados su propia guerra en torno a la política de la ciudad. Igualmente les prohibió los festines, los pasacalles y las celebraciones intempestivas, y llamándoles 3 a las armas, se mostró severo e inflexible a la hora de reclutar soldados para la batalla; de este modo, fueron muchos los que abandonaron la ciudad al no tener la costumbre de recibir órdenes y al considerar esclavitud todo lo que no fuera vivir a placer.

4 Cuando le informaron de que el cónsul romano Levino marchaba contra él con un numeroso ejército, arrasando a su paso la Lucania, todavía las fuerzas aliadas no se habían unido a él. Con todo, se le hizo insoportable quedarse contemplando cómo se aproximaba el enemigo y salió con sus tropas, no sin antes despachar a los romanos un embajador con la propuesta de si, antes de declarar la guerra, les parecía bien obtener resarcimiento de los griegos de Italia empleándole 5 a él como árbitro y mediador: la respuesta de Levino fue que los romanos ni lo aceptaban como mediador ni lo temían como enemigo. En consecuencia, Pirro avanzó y estableció su campamento en la llanura que hay entre la ciudad 6 de Pandosia y Heraclea. Enterado de que los romanos se encontraban cerca y tenían colocadas sus tiendas al otro lado 7 del Siris, cabalgó hasta el río para observarlos. Al ver su disciplina, las facciones de guardia, el orden y la disposición formal del campamento, quedó maravillado y, dirigiéndose a su hombre de confianza que se encontraba más cerca, le dijo: «Megacles, la disciplina de estos bárbaros[23] no es de bárbaros, 8 y enseguida presenciaremos sus hechos». Así pues, albergaba ya cierta preocupación por lo que habría de acontecer, de modo que decidió esperar a los aliados, y por si entretanto los romanos intentaban pasar a la otra orilla, apostó 9 una guardia junto al río para contenerlos. Pero los romanos, corriendo a tomar la delantera a las fuerzas que Pirro había resuelto aguardar, intentaron el paso —la infantería a través de un vado y la caballería lanzándose al agua por diversos 10 puntos—, de manera que los griegos, temiendo quedar rodeados, se retiraron. Cuando Pirro se dio cuenta de la maniobra, quedó conmocionado y al instante dio órdenes a los comandantes de



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