Vernon Subutex 1 by Virginie Despentes

Vernon Subutex 1 by Virginie Despentes

autor:Virginie Despentes [Despentes, Virginie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2015-01-07T05:00:00+00:00


El sonido es excelente, este tío es un genio. Siempre hay que confiar en Gaëlle. A primera vista todo el mundo se ha preguntado pero quién es ese pringado y entonces él ha sacado su iPod, el tío es dios, es agua bendita en las orejas. Los altavoces Klipsch escupen Rod Stewart, este tío está chalado, se atreve con todo, y encaja perfectamente. Es el Nadia Comaneci de la playlist. Desde esta noche es su DJ residente. Red Bull y rayas de coca, llegan las chicas, en grupos. Son borrachinas fáciles y vulgares, así nos gustan por la noche. Un capullo pota en las plantas. Kiko lo agarra del hombro y le escupe al oído «lárgate de mi casa lárgate ahora mismo lárgate» y el tío balbucea algo pero Kiko lo empuja hacia la puerta sin escucharlo. Odia a los pringados que no aguantan el alcohol. Una rubia platino, en los huesos, se tambalea sobre unos tacones raros. Parece que camine por una cuerda floja. Clavículas prominentes, le dan ganas de romperle un hueso. Neuronas fritas. Se le ocurre de repente la idea de subirse a la barandilla de la terraza y saltar. Solo por cortar el rollo. Esta mañana, al levantarse, Kiko se dijo esta noche quiero tranquilidad. Necesitaba descansar, comer japo, ver una película y dormir para recuperarse. Pero había olvidado que daba una fiesta en su casa —habría podido anularla pero exigía más esfuerzo que dejarlo correr. Ha venido Claudia. Está en París para hacer la portada de Vogue. Le gusta estar rodeado de gente que tiene éxito en lo que hace. Desprenden buena energía. Ha venido con sus amigas del photo shoot, hoy en día las modelos son las it girls de la pasada década. Has been. Demasiadas. Desechables. Hasta los losers se llevan a la cama a una chica recién bajada de la pasarela. La frase le parece divertida y la tuitea. Compite con Jé, que está en Shangái —qué hora es allí, no es posible que esté tuiteando a esta hora: «estudio el verde de mi vómito», ilustrado con una foto. Qué asco. Vete a saber qué cojones hace allí. Aparte de ponerse enfermo. Desde la última de James Bond, Kiko se prometió ir a Shangái. No por el curro —ir y tener tiempo para salir del hotel. Sentir la ciudad. Pero tiene pocas vacaciones. Es lo que hay. Dedicas el tiempo a ganar la máxima pasta posible pero para pulírtela tendrías que cogerte días de descanso compensatorio. Y eso en su trabajo no se hace. Su trabajo es cuestión de velocidad. Los que no están en ese mundo no lo entienden. Creen que estudia empresas. Kiko es un sprinter. Reacciona en centésimas de segundo, avanza al ritmo de las máquinas. Black holes. Un crac bursátil dura un segundo y medio. Los beneficios se cuentan por miles de millones. O las pérdidas. Y tú eres responsable. Infrainestabilidad. No le da tiempo a tocar el suelo, gira con el diapasón del logaritmo. Enchufado a una pulsación subterránea, que el humano corriente no percibe.



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