Odisea by Homero

Odisea by Homero

autor:Homero [Homero]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Poesía, Aventuras
editor: ePubLibre
publicado: 0700-01-01T05:00:00+00:00


CANTO XIII

[Partida de Ulises del país de los feacios]

Dijo así, y todos ellos guardaron profundo silencio,

y en la sala sombría arrobados estaban de oírle.

Pero entonces fue Alcinoo el que habló y, respondiéndole, dijo:

—Si tú, Ulises, llegaste a mi casa de umbrales de bronce

y de techos tan altos, no creo que vagues más tiempo,5

aunque sea tantísimo el daño que hasta hoy padeciste.

Y yo os digo y encargo a cada uno de todos vosotros,

los que aquí, en mi palacio, estáis siempre y el vino ardentísimo

de los hombres ancianos bebéis y escucháis al aedo:

nuestro huésped ya tiene guardados en su arca pulida10

los vestidos y el oro labrado y los otros presentes

que a mi casa trajéronle los consejeros feacios.

Cada uno a estas cosas sumemos un trípode grande

y un caldero, y mañana en el ágora hagamos que el pueblo

nos ayude: a uno solo es difícil hacer tales dones.15

Dijo Alcinoo, y a todos gustó la propuesta que hizo,

y marcháronse todos después a acostarse en sus casas.

Al mostrarse en el día la Aurora de dedos de rosa,

a la nave enseguida partieron con bronces viriles.

Y también fue la Sacra potencia de Alcinoo, y él mismo20

bajo cada bancada dispuso los dones, de modo

que estorbar o dañar no pudieran allí a los remeros.

Y al palacio volvieron después a ocuparse del ágape.

E inmoló un buey a Zeus la Sagrada Potencia de Alcinoo,

[al Cronión de las nubes sombrías que a todo gobierna,]25

y quemaron los muslos e hicieron un grave banquete

y escucharon en él al aedo divino Demódoco,

venerado por toda la gente. Y Ulises, en tanto,

con frecuencia volvía los ojos al sol esplendente,

anhelando su ocaso, en la espera mortal de partirse.30

[Como anhela cenar el labriego que el día ha pasado

roturando una tierra noval con el sólido arado

y su yunta de bueyes oscuros y goza el ocaso

y al marcharse a cenar se le ponen temblonas las piernas,

con la misma alegría vio Ulises que el sol se ponía.]35

Y al momento a los hombres feacios, los buenos remeros,

y especialmente a Alcinoo, les dijo con estas palabras:

—Rey Alcinoo, señor, ciudadano el más noble en tu pueblo,

hechas ya las ofrendas, sin daño despídeme, y todos

quedad con alegría. Se cumple lo que deseaba:40

mi viaje y regalos, y quieran los dioses celestes

que me sean muy prósperos y halle en mi casa a mi esposa

y a los seres que quiero, y que todos a salvo se encuentren.

Y los que aquí quedáis sed el gozo de vuestras esposas

y también de los hijos, y os den mil venturas los dioses45

y que nunca a este pueblo le ocurra desgracia ninguna.

Dijo así, y aplaudiéronlo todos y se aconsejaron

dar al huésped un guía, pues era juicioso en sus cosas.

Y al heraldo le dijo la Sacra Potencia de Alcinoo:

—Mezcla vino, Pontonoo, en la crátera y sírvelo a todos50

los que están en la sala, y después de rezar a Zeus Padre

enviemos por fin a su tierra paterna a este huésped.

Así dijo, y Pontonoo mezcló y sirvió a todos un vino

como miel, ofreciéndolo a uno tras otro, y libaron,

desde el sitio en que estaban, a todos los dioses dichosos,55

los



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