Una breve historia de casi todo by Bill Bryson

Una breve historia de casi todo by Bill Bryson

autor:Bill Bryson [Bryson, Bill]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Divulgación, Ciencias naturales, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2003-01-01T05:00:00+00:00


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Tal vez no haya nada que exprese con mayor claridad nuestra lejanía psicológica de las profundidades oceánicas[33] que el hecho de que el principal objetivo expuesto por los oceanógrafos durante el Año Geofísico Internacional de 1957-1958 fuese el estudio de «la utilización de los lechos marinos para el vertido de residuos radiactivos». No fue un encargo secreto, sabes, sino un alarde público orgulloso. De hecho, aunque no se le diese mucha publicidad, en 1957-1958, el vertido de residuos radiactivos se había iniciado ya hacía diez años, con una asombrosa y vigorosa resolución. Estados Unidos llevaba transportando bidones de 200 litros de desechos radiactivos a las islas Fallarone (a unos 50 kilómetros de la costa de California, cerca de San Francisco) y tirándolos allí por la borda, sin más, desde 1946.

Era una operación sumamente burda. Casi todos los bidones eran del mismo tipo de esos que se ven oxidándose detrás de las gasolineras o amontonados al lado de las fábricas, sin ningún tipo de recubrimiento protector. Cuando no se hundían, que era lo que solía pasar, los acribillaban a balazos tiradores de la Marina, para que se llenaran de agua[34] y por supuesto, salían de ellos el plutonio, el uranio y el estroncio. Cuando se puso fin a esos vertidos en la década de los noventa, Estados Unidos había arrojado al mar cientos y cientos de miles de bidones en unos cincuenta emplazamientos marítimos, casi 50.000 en las Fallarone. Pero Estados Unidos no estaba solo en esto, ni mucho menos. Entre otros entusiastas de los vertidos se contaban Rusia, China, Japón, Nueva Zelanda y casi todas las naciones europeas.

¿Y qué efectos podría haber producido todo esto en la vida de las profundidades marinas? Bueno, tenemos la esperanza de que pocos; pero la verdad es que lo desconocemos por completo. Ignoramos de un modo asombroso, suntuoso y radiante las características de la vida en las profundidades marinas. Sabemos a menudo notoriamente poco incluso de las criaturas oceánicas de mayor tamaño, incluida la más poderosa: la gran ballena azul, una criatura de proporciones tan leviatanescas que (citando a David Attenborough) su «lengua pesa tanto como un elefante, tiene el corazón del tamaño de un automóvil y algunos de sus vasos sanguíneos son tan anchos que podrías bajar nadando por ellos». Es la bestia más gargantuesca que ha creado la Tierra hasta ahora, mayor aún que los dinosaurios más voluminosos y pesados. Sin embargo, la existencia de las ballenas azules es en buena medida un misterio para nosotros. No tenemos la menor idea de lo que hacen durante mucho tiempo, adónde van a criar, por ejemplo, o qué ruta siguen para hacerlo. Lo poco que sabemos de ellas procede casi exclusivamente de escuchar sus cantos; pero hasta sus cantos son un misterio. A veces los interrumpen y luego los reanudan exactamente en el mismo punto seis meses más tarde[35]. A veces, inician un canto nuevo, que ningún miembro del grupo puede haber oído antes pero que todos conocen ya. No entendemos en absoluto cómo lo hacen ni por qué.



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