2065 by José Miguel Gallardo

2065 by José Miguel Gallardo

autor:José Miguel Gallardo [Gallardo, José Miguel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ficción moderna
ISBN: 9788416867790
editor: 2017
publicado: 2017-06-08T04:00:00+00:00


* * *

Una vez en casa, Manjit y Mateo se fueron directamente a la cama. Los calmantes que les habían administrado se cebaban en sus párpados, que se cerraban sin poderlos controlar, pero no en su mente, donde los tres disparos que habían escuchado en la fábrica retumbaban, si cabe, más fuertes. Para cuando un coche negro aparcó frente a su portal, ellos ya estaban dormidos, copando de pesadillas sus sueños. Un hombre se bajó del vehículo y entró en el edificio. Caminó con paso seguro hacia la escalera y comenzó a subirla. De buena gana hubiese subido en ascensor, pero cuando se encontraba en una misión había que minimizar los riesgos. Y ante la probabilidad de quedarse parado en alguna planta, por baja que fuera, siempre era mejor apostar por la opción más fiable.

Conforme subía escuchaba cómo crujían los peldaños, igual que la noche que estaba escondido en el primer piso esperando a oscuras a Adrián.

Llegó al quinto y se acercó a la puerta del piso de Manjit y Mateo. Tenía las huellas dactilares de Adrián grabadas en su ePaper, por lo que la cerradura se abrió de inmediato. Las tenían programadas, al igual que las de África, por prevenir en caso de necesidad.

Pasó al recibidor, se puso los guantes para evitar dejar sus huellas y encendió una linterna. La cocina estaba a la izquierda, junto al salón. Caminó despacio por la casa y llegó al dormitorio. Manjit dormía intranquila, se notaba en los gestos de su cara que las pesadillas la atormentaban. Se fue hacia ellos con paso lento y sujetando la pistola con la mano derecha por si despertaban. Con la izquierda sacó un bote de espray de su bolsillo y lo pulverizó sobre ellos. Era un potente somnífero que los dejaría fuera de juego durante varias horas. Tras inhalar el aerosol, Manjit dejó de gesticular, como si sus sueños más oscuros hubiesen muerto de repente.

Se quedó quieto junto a ella, la miró despacio, con lascivia, sabía que por mucho ruido que hiciese no se despertarían. Dejó la pistola en la mesilla de noche y recorrió su cara con un dedo, sintiendo placer desde su posición de superioridad, sonriendo con crueldad, pero pronto abandonó sus deseos, tenía que irse de allí lo antes posible, cabía la posibilidad de que los estuviesen vigilando. Cogió de nuevo su pistola y se la guardó en uno de los bolsillos interiores de su chaqueta negra sin dejar de mirar a Manjit. Después cerró las persianas y encendió la luz para hacerles algunas fotografías que usarían más tarde para amedrentarles si fuese necesario. Volvió a apagar la luz y a abrir las persianas. Echó un vistazo rápido a la calle. El coche seguía allí y parecía que nadie estuviese acechándolos, o si lo estaban haciendo, al menos no los veía.

Regresó al salón sin preocuparse ya del ruido que pudiesen hacer sus pisadas y cogió el ePaper de Manjit. Como esperaba, estaba bloqueado y no lo podría usar con sus huellas dactilares, así



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