Unidos por el escándalo by Eleanor Rigby

Unidos por el escándalo by Eleanor Rigby

autor:Eleanor Rigby [Rigby, Eleanor]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2024-04-08T00:00:00+00:00


Capítulo 20

Mercy llevaba un buen rato sentada en el borde de la cama, observando cómo sus hermanas menores se empolvaban frente al tocador entre risillas. Charity y Hope intercambiaban las joyas almacenadas en el cajón del mueble e imitaban los acentos de las damas de clase alta para halagarse.

—¿Cómo estoy, lady Birdwhistle? —Hope aleteó las pestañas con exageración—. ¿Diría que estos rubíes acentúan el azul de mis ojos?

—¡Pero si tienes los ojos oscuros! —se rio Charity—. ¿Y qué clase de acento es ese?

—Creo que es de York —meditó Hope—. También imito de maravilla a los pescadores del sur. ¿Te hago una demostración?

Hacía rato que Mercy había quedado en segundo lugar frente a la representación teatral, una a la que no estaba haciendo el menor caso.

Se suponía que esperaba a que el reloj diera la hora de enfilar a la velada de los vizcondes Hilton, pero una remota parte de sí misma latía de ansias por un motivo que aún no alcanzaba a comprender. Quizá debiera atribuir esos misteriosos nervios, esa honda expectación, al encuentro con Blaine Reynolds, que en los últimos días se había convertido en una estupenda compañía. Su madre celebraría que le doliera el estómago por el deseo de verlo de nuevo… Si es que le dolía por eso y no porque tenía por costumbre mezclar dulce y salado en desayunos y merendolas, y el fin de semana había estado engullendo como una embarazada antojadiza. Tenía los músculos agarrotados por la ansiedad, y carecía de sentido. Las cartas estaban echadas: el barón Godolphin ya había expresado con total sinceridad que deseaba gozar de su compañía durante el evento de esa noche, lo que solo podía significar una cosa.

O, por lo menos, solo podía significar una cosa para su madre, que había chillado entusiasmada por toda la casa aquella mañana.

—¡Va a proponerte iniciar un cortejo formal!

Mercy no las tenía todas consigo. No quería pensar en las advertencias de Chase, que después de todo había resultado ser un descarado, embustero y sinvergüenza, pero por mera precaución, estuvo investigando para cerciorarse de que Blaine no era un cabeza de chorlito. Y, por lo visto, no lo era. Se le conocían aventuras, como a todos los solteros de Inglaterra, pero no era especialmente indiscreto, y todos coincidían en que tenía un encanto difícil de ignorar. Mercy no iba a ignorarlo, al menos; ni siquiera intentarlo. No solo porque su madre se hubiese empecinado en convertirla en la baronesa, cosa que, en realidad, no dependía de ella —aunque no lo pareciese—, sino porque deseaba zanjar el asunto lo antes posible. El objetivo a corto plazo de Mercy era casarse de una vez por todas para dejar de ser una carga familiar.

—No me parece que esa sea la motivación ideal para formalizar un compromiso. Sobre todo porque padre y madre te adoran, nosotras te adoramos, y no es como si anduviéramos cortos de efectivo para tener que librarnos de alguien lo antes posible —le había dicho Temperance cuando le expresó todas sus inquietudes; incluidas las que concernían a Chase Reynolds.



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