Una noche. Enamorada by Jodi Ellen Malpas

Una noche. Enamorada by Jodi Ellen Malpas

autor:Jodi Ellen Malpas [Malpas, Jodi Ellen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2015-01-22T05:00:00+00:00


16

Dedico más de una hora a atender a la abuela y disfruto de cada momento: desde ayudarla a bañarse hasta meterla en la cama y arroparla. Le seco y le cepillo el pelo, la ayudo a ponerse su camisón de volantes y le ahueco las almohadas antes de ayudarla a subirse a la cama.

—Apuesto a que lo estás disfrutando —musita en voz baja, al tiempo que tantea la ropa de cama a su alrededor. Está sentada, con los rizos grises y perfectos ondeando sobre sus hombros mientras se pone cómoda.

—Me gusta cuidarte —confieso, aunque me contengo y no añado que prefiero cuidar de ella cuando no lo necesita. Quiero que se ponga bien, que vuelva a la normalidad. Es posible que haya recobrado su chispa pero no me engaño: sé que eso no significa que se haya recuperado.

—No te creas que voy a dejar que vuelvas al mundo vacío en el que vivías antes de que apareciera Miller —me dice sin levantar la vista de las sábanas. Me detengo en pleno ajetreo y me mira con el rabillo del ojo—. Que lo sepas.

—Lo sé —la tranquilizo, e intento ignorar la sombra de la duda que amenaza desde un rincón de mi mente. Lo fácil sería volver a esconderme, no salir a lidiar con todos los retos que tengo por delante.

—Ya te lo he dicho, Olivia —continúa. No me gusta el rumbo que está tomando esta conversación—. Enamorarse es fácil. Aferrarse al amor es especial. No creas que soy tan tonta como para creer que todo es perfecto. Veo a un hombre enamorado y a una chica enamorada. —Hace una pausa—. Y veo aún más claros los demonios que alberga Miller Hart.

Se me corta la respiración.

—También veo su desesperación. No puede ocultármela. —Me observa con detenimiento. Sigo conteniendo el aliento—. Depende de ti, mi querida niña. Ayúdalo.

Unos golpecitos en la puerta del dormitorio de la abuela me sobresaltan y corro a abrir con la cabeza a mil; la necesidad de escapar hace que me entre el pánico. George me mira un tanto reticente con una bandeja en las manos.

—¿Todo bien, Olivia?

—Sí —digo con voz chillona y me aparto para dejarlo pasar.

—¿Se encuentra en condiciones de recibir visitas? Traigo té.

—¡Llévame a bailar, George! —grita la abuela y George sonríe.

—Me lo tomaré como un sí. —George entra en la habitación y su sonrisa se torna más amplia al ver a mi abuela, limpia y arreglada en la cama—. Estás espectacular, Josephine.

Me sorprende no escuchar una réplica burlona o sarcástica.

—Gracias, George. —La abuela le señala la mesita de noche para que deposite en ella la bandeja, cosa que él hace con esmero y sin tardanza—. A ver qué tal te ha salido el té.

—Nadie lo prepara como tú, Josephine —dice George con alegría mientras echa azúcar en las tazas.

Los observo unos instantes mientras camino hacia la puerta y sonrío al ver a la abuela darle un manotazo a George en el dorso de la mano y a él reírse tan contento. Está feliz de



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