Una noche bajo el cielo by Olga Salar

Una noche bajo el cielo by Olga Salar

autor:Olga Salar [Salar, Olga]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-11-01T04:00:00+00:00


Capítulo 17

El palazzo que tenía frente a sí era el más espectacular que había visto desde que llegó a la ciudad. Era imposible acceder a él por tierra, ya que estaba anclado casi en medio del canal, irguiéndose imponente frente a ellos. Los amplios ventanales espaciados en la imponente fachada presentaban una decoración de tablero de mármol rosado y blanco, mientras que el pórtico de la planta baja se apoyaba en columnas con ricos capitales decorados.

Alessandro bajó de un salto y tendió la mano para ayudarla a bajar, Aria sintió el delicioso escalofrío que siempre acompañaba al contacto de su novio. La chispa eléctrica que se encendía siempre que se tocaban, conseguía que perdiera el hilo de sus pensamientos, una sensación que nada tenía que ver con su don, sino que salía de otro lugar distinto, de la parte más recóndita de su piel.

Antes de que llegaran a la puerta principal esta se abrió y un viejo sirviente saludó a Alessandro con familiaridad e hizo una reverencia a Aria para posteriormente franquearles el paso dentro del palazzo.

—La signora les está esperando. —Anunció mientras les conducía hasta un pequeño salón.

—Gracias, Cicero.

Aria caminaba junto a Alessandro, fingiendo que no le molestaba tener que conocer a su amante, y desconcertada, al mismo tiempo, por confiar tanto en él como para acompañarle por su propia voluntad.

El mayordomo, ajeno a los pensamientos de la muchacha, les conminó a sentarse anunciándoles que la signora bajaría en unos minutos. Manteniendo la entereza y evitando mirarle, aceptó la invitación y se sentó en el elegante sofá, en concreto en la esquina más alejada de la puerta por la que iba a entrar la mujer, que era su rival. Se preguntó cómo sería ella, seguramente joven y hermosa, y, sin lugar a duda, muy rica, despreocupada y casada.

Una voz cascada por la edad la sacó de golpe de sus cavilaciones.

—Alex, eres un sinvergüenza. —Le regañó una mujer bastante más mayor que Lucrecia.

—¡Abuela! He venido a traerte a mi novia para que la conozcas. No me regañes frente a ella.

Aria se relajó, y se sintió estúpida al mismo tiempo. Había estado preocupada sin motivo y Alex le había permitido que creyera que iba a conocer a su amante, broma que no iba a perdonar con tanta facilidad. Le lanzó una mirada fulminante, justo en el instante en que ambos la estaban mirando, la signora de la casa había cruzado el salón y se había sentado en el sillón que había junto a ella, pero Aria había estado tan centrada en tramar una venganza contra Alex que ni siquiera se había dado cuenta.

Se levantó inmediatamente e hizo una reverencia a la mujer.

El rubor tiñó sus mejillas, lo que hizo que volviera a fulminar a su prometido por ponerla en semejante situación. Su nueva abuela política estalló en risas motivadas por las miradas maliciosas que se dedicaban sus nietos.

—Me gusta tu prometida, Alessandro. Querida, soy Francesca Carbone. Mi nieto ha sido educado por mi yerno, tienes que perdonar su falta de modales.

—¡Qué descortés he sido! Mil disculpas hermosas damas.



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