Una dama inocente by Johanna Lindsey

Una dama inocente by Johanna Lindsey

autor:Johanna Lindsey [Lindsey, Johanna]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Aventuras, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2008-12-31T16:00:00+00:00


Capítulo 25

Ante la remota posibilidad de que Rebecca estuviera realmente a punto de vomitar en el suelo, Rupert corrió a buscar el bacín vacío y se lo puso en las manos. No era la primera vez que había visto a alguien marearse en un barco antes incluso de que este zarpara, aunque sabía que en ese caso ya habían salido de puerto. Su pequeño camarote no tenía ventanas, pero Rupert ya había hecho suficientes viajes por mar para reconocer las señales.

Todavía no podía creerse que Rebecca estuviera allí. Ni que su primer pensamiento al verla fuera que Nigel la había enviado. Pero es que su jefe había hecho mucho hincapié en que una «esposa» simplificaría considerablemente su misión actual, e incluso había pensado pasar un par de días en Francia tratando de encontrar una moza adecuada para que se hiciera pasar por su mujer.

Pero había sido una locura creer que habían enviado a Rebecca para esa misión. Nigel sabía que Rupert pensaba que ella era una intrigante manipuladora. Lo había dejado bien claro en el condenatorio informe que le había enviado a Nigel cuando este regresó a Londres. Rupert había ido a ver a su superior después de que hubiera leído el informe.

—Bueno, chico, me alegra ver que Rebecca Marshall te dio mi nota del sastre —le había dicho Nigel—. Ya es hora de que te hagas chaquetas nuevas.

Eso podría ser algo que le dijera su madre, no Nigel, y Rupert se mostró horrorizado ante la reacción displicente de su superior con respecto al informe.

—Pero ¿has leído mi informe?

—Por supuesto y creo que le has dado demasiado importancia al asunto. Investigaré de nuevo a lord Alberton, pero dudo mucho que Rebecca nade entre dos aguas. La puse a prueba con la nota que te dio. También le dije que te utilizara como intermediario entre nosotros, pues ya sospechaba entonces que tendría que ausentarme de palacio durante algún tiempo, así que no te ha mentido.

—¿Te das cuenta de que haciendo eso le has dado la oportunidad de despistarnos?

—Solo si estuviera espiando para Sarah, pero, sinceramente, no creo que sea ese el caso. Mi instinto me dice que es alguien de fiar. En realidad me cae bien esa joven.

Rupert había soltado un bufido.

—Es muy buena, Nigel. Te ha engañado completamente.

—No estoy de acuerdo. Si su comportamiento te parece extraño, quizá se deba a que simplemente se pone nerviosa cuando está contigo. ¿No te has dado cuenta del efecto que tienes en las mujeres?

—Esto es diferente —había insistido Rupert.

En respuesta, Nigel había arqueado el ceño inquisitivamente.

—Jamás te había visto reaccionar de esta manera. Me pregunto por qué. Y por qué con esa joven en particular. No te sentirás atraído por ella, ¿verdad?

Aquello ni siquiera merecía una respuesta. Lo único que Rupert no había mencionado en su informe era el lugar que Rebecca había escogido para entregar la información sobre lord Alberton —la habitación de Rupert a altas horas de la noche— y lo que había pasado entonces. Había estado a punto de mencionárselo en aquella reunión, pero se había mordido la lengua.



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