Un oscuro pasado by RaeAnne Thayne

autor:RaeAnne Thayne
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2008-12-31T23:00:00+00:00

Capítulo Nueve

Aquello había sido un terrible error. Y no solamente el día pasado con Nate, aunque tenía la sensación de que cada vez le iba a costar más salir de la vida de ese hombre y las niñas.

El verdadero error había sido ir a Idaho. Había sido un estúpido y patético intento de establecer un contacto que no existía.

En Virginia, la idea de conocer a los Dalton había parecido estupenda. No tenía a nadie más en el mundo y la frágil conexión había parecido lo único a lo que podía aferrarse.

Pero, sobre todo, había sentido una gran curiosidad por ellos. ¿Qué clase de hombres eran los hermanos Dalton? ¿Eran felices? ¿Estaban bien de salud? ¿Trataban bien a sus familias?

Jamás pensó que las cosas pudieran complicarse tanto.

Tal y como le había dicho a Nate, allí era una extraña y nada podía cambiarlo. ¿Acaso no llevaba toda la vida sintiéndose una extraña, incluso en su propia familia?

Sus padres la habían amado. Eso jamás lo había dudado, pero le habían demostrado ese amor en la distancia, entre reuniones del club femenino, partidas de golf y compromisos sociales.

El viaje a Idaho no iba a cambiar nada. Si acaso, serviría para recordarle lo sola que estaba.

—No te preocupes.

—¿Disculpa? —ella parpadeó y miró a Nate, al volante del SUV.

—El ceño fruncido. Pareces aterrada por si me salgo de la carretera y caemos en una zanja. Relájate. La carretera está limpia. Además, llevo conduciendo sobre nieve desde los catorce años.

—Salvo por los años durante los que condujiste sobre arena.

—Cierto —él sonrió.

Ella miró por la ventanilla, de repente consciente de la cantidad de nieve que se había acumulado mientras habían estado ocupados en el centro comercial y el restaurante.

—No estoy preocupada —dijo ella mientras fingía una sonrisa.

—Mentira.

—Lo siento —lo que no era mentira era que no estaba preocupada por la nieve—. Había olvidado que tienes un polígrafo implantado en tu interior.

—No lo necesito. Me doy cuenta de esas cosas.

—De acuerdo —no podía contarle la verdad: que lamentaba haber ido a Pine Gulch, y decidió seguirle la corriente—. Hazme olvidar la nieve. Cuéntame qué tal fue tu infancia en Idaho y por qué no te encantó la idea de tener que volver.

Lo último había sido un disparo a ciegas, pero la rigidez de Nate le confirmó que había acertado.

—Me moría por largarme de aquí —él se encogió de hombros—. Me alisté en el ejército en cuanto tuve la edad y jamás he mirado hacia atrás.

—¿Por qué?

—Por muchos motivos —dijo él—, la mayoría no muy agradables —añadió a regañadientes.

Ella no dijo nada. Se limitó a esperar a que él se lo contara. Si quería. Si no quería, respetaría su privacidad. Ella misma tenía no pocos secretos.

—Mi padre murió cuando yo tenía diez años —él suspiró—. Sufrió un aneurisma y se despeñó con la camioneta por un terraplén.

Lo había dicho sin emoción alguna, pero ella oyó la silenciosa pena subyacente.

—Nate, lo siento.

—Diez años es una edad muy mala para perder a un padre, sobre todo teniendo en cuenta que mi madre no estaba exactamente lo que se diría equilibrada.

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