Un cambio de rumbo by Joke J. Hermsen

autor:Joke J. Hermsen [Hermsen, Joke J.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2019-10-15T00:00:00+00:00

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Entretanto ha pasado un siglo y el año pasado se conmemoraron en muchos lugares los asesinatos de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, incluido el Instituto Internacional de Historia Social de Ámsterdam. A dicho evento, para sorpresa de todo el mundo, acudieron muchos cientos de personas. En las últimas décadas también ha aumentado de forma notable el interés por la obra de Hannah Arendt. A pesar de estar separadas en la historia por una guerra mundial y, al menos, dos regímenes totalitarios, hoy en día se las sitúa en un mismo plano en artículos y libros como Rebellinnen[1] (2018), de la escritora alemana Simone Frieling, y Pensées rebelles[2] (2010) de la filósofa canadiense Diane Lamoureux. Sin embargo, hay diferencias importantes entre las dos pensadoras. Luxemburgo, que no llegó a conocer las dimensiones que adquiriría el terror de los distintos regímenes totalitarios del siglo XX, hacía hincapié, sin ningún rodeo, en la acción política y el activismo, mientras que Arendt adoptó más bien la postura de espectadora filosófica y política. No obstante, las dos compartían una misma lucha por la libertad, la democracia, la dignidad humana y el compromiso político. Sus objetivos eran los mismos.

Arendt decía que después de la Segunda Guerra Mundial tendríamos que seguir alerta para no caer de nuevo en manos del totalitarismo, una forma de gobierno que socava la espontaneidad, la pluralidad y la libertad política del hombre, como escribió en Los orígenes del totalitarismo (1951). Con la ayuda de la propaganda, el miedo y la burocracia, las ideologías totalitarias tratan de convertir un pueblo diverso en una masa uniforme y obediente, y, según Arendt, recurren siempre a una teoría del chivo expiatorio para darles fuerza a sus argumentos, «con los que convencen en un plano peligrosamente emocional a personas que viven aisladas y con miedo de los demás». El totalitarismo es un sistema político completamente instrumental y tecnocrático en el que no hay lugar para la verdad ni para el debate abierto, porque todo tiene que responder a la lógica de una única idea basada en la citada teoría del chivo expiatorio. Al final de su extenso análisis, Arendt nos advierte que el totalitarismo es una forma de gobierno que probablemente estará siempre al acecho y que, si bajamos la guardia, «volverá a asomar la cabeza por todas partes».

Tras la elección de Donald Trump, en 2016, muchos analistas políticos americanos —como hizo por ejemplo el catedrático de Ciencias Políticas Jeffrey C. Isaac en el Washington Post— empezaron a citar con llamativa frecuencia esa obra de Arendt, y muy en especial el siguiente fragmento: «Ese periodo de espera temerosa recuerda a la calma que sobreviene tras el abandono de todas las esperanzas. (…) Bajo las más diversas condiciones y circunstancias, siempre observamos el mismo fenómeno. (…) Nunca ha sido tan imprevisible nuestro futuro, nunca hemos dependido tanto de las fuerzas políticas, fuerzas que parecen pura insania y en las que no se puede confiar si nos atenemos al sentido común y al interés propio». La cuestión era, y

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