Un amor muy dulce by Cara Colter

Un amor muy dulce by Cara Colter

autor:Cara Colter [Colter, Cara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2012-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo 6

—No puedo creer que lo hayas convencido… —estaba diciendo Mabel Winston, presidenta del comité organizador.

Sarah miró a Sullivan, que estaba charlando con Fred Henry, director del comité de fuegos artificiales, y Barry Bushnell, que organizaba el desfile inaugural.

—Es mejor en la vida real que en el vídeo —comentó Maryanne Swarinsky, a cargo de la merienda del Cuatro de Julio.

Sarah estaba completamente de acuerdo. Oliver Sullivan era un hombre con una gran presencia, pero era algo más que su estatura y sus fuertes bíceps. Y algo más que el hecho de que fuese policía.

Sullivan irradiaba confianza y seguridad en sí mismo. Era el hombre al que una querría tener a su lado cuando se hundía el barco o el edificio estallaba en llamas. El que no perdería los nervios en la batalla.

Pero Sarah sabía que no había ganado todas las batallas, y sintió un escalofrió al pensar lo terrible que eso debía de ser para él.

En cuanto entraron en la sala, todos los hombres gravitaron hacia él y todas las mujeres dejaron escapar un suspiro.

—Mira el perrillo pegado a él —comentó Candy McPherson, encargada de organizar las actividades para niños—. Tal vez deberíamos organizar un concurso canino. Sólo con unas cuantas categorías, el perro más listo, el propietario más guapo… Ese tipo de cosas.

Y por el tono de Candy, no existía la menor duda de que ya había elegido al ganador de este último.

—Ya tenemos seis eventos para el último día —dijo Sarah—. Yo creo que es más que suficiente. Tal vez el año que viene.

—Podríamos incluirlo el día de las actividades para niños —insistió Candy.

—¿Se va a quedar con el perro? —preguntó Maryanne.

Sarah miró a Sullivan de nuevo. El cachorro, agotado de tanto correr o tal vez agotado de adorar a su héroe, dormitaba contento con la cabeza sobre los pies de Sullivan.

Era asombroso. No sabía qué había esperado de él, tal vez que se mostrase sarcástico o inseguro rodeado de tanta gente. Pero aquella hora y media en el parque parecía haberlo animado, y se mostraba relajado y extrovertido.

O tal vez sencillamente era difícil mostrarse remoto con gente como aquella, sencilla, abierta, generosa por naturaleza…

Sin darse cuenta de que ella estaba mirándolo, Sullivan bajó la mano para acariciar la cabezota del cachorro.

—Si se quedase con él, sería una publicidad estupenda para el pueblo.

—Habla con él —sugirió Candy.

Sarah sonrió.

—Si hay un hombre al que no se puede convencer de nada, es Oliver Sullivan.

—Lo has convencido para que viniera aquí —le recordó Mabel.

De repente, todas las mujeres la miraban con una nueva intensidad, pensando en su influencia sobre el guapísimo policía.

—Bueno, sigamos con lo nuestro… —murmuró, poniéndose colorada.

Una hora después, por fin salieron a la calle, con el perro caminando a su lado como si fuera lo más natural del mundo que los tres estuvieran juntos.

—Debo admitir que pensé que estabas siendo demasiado ambiciosa con la organización de las fiestas —dijo Sullivan—. Pero esa gente está comprometida de verdad. Tienes un buen equipo. Creo que es posible que lo consigas después de todo.



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