Te quiero, baby by Isabel Keats

Te quiero, baby by Isabel Keats

autor:Isabel Keats [Keats, Isabel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2015-05-07T04:00:00+00:00


Capítulo 8

Habían pasado dos semanas desde que finalizó el contrato con Raff Connor y, aunque estaba muy liada, India lo echaba de menos a menudo. Él la había telefoneado en un par de ocasiones, pero las llamadas habían sido cortas y, si bien intercambiaban WhatsApp a la menor oportunidad, no era lo mismo que verlo a diario. Por fortuna, gracias a la fiesta le habían llovido los encargos; en esos momentos tenía entre manos la boda de la hija de una famosa actriz, un torneo de golf del Circuito Internacional masculino y otros tantos proyectos en lista de espera, así que no paraba un minuto.

Era domingo y, aunque eran casi las doce del mediodía, seguía en camisón. Su hija tampoco se había quitado el pijama, y permanecían tumbadas en la cama de India leyendo cada una su libro. A pesar de las protestas de la Tata, que no soportaba el desorden, habían decidido hacer un día «guarroso», lo que significaba que se dedicarían a vaguear hasta que fueran a ducharse poco antes de la hora de la comida.

En ese momento sonó el timbre de la puerta y la Tata fue a abrir.

—Traigo un paquete para la señorita India Antúnez del Diego y Caballero de Alcántara —anunció el mensajero mientras ella lo escrutaba a través de la mirilla.

Sin sospechar nada raro, la Tata abrió una rendija y el hombre que estaba al otro lado aprovechó para empujar con todas sus fuerzas. La puerta se abrió con violencia y golpeó con estrépito contra una de las paredes del vestíbulo. Antes de que la pobre mujer tuviera oportunidad de gritar, otro individuo se coló en el pequeño recibidor, la agarró por la espalda y le tapó la boca con su mano.

Aquellos ruidos alertaron a India, quien se volvió hacia Sol y, poniéndole los dedos sobre sus labios, susurró:

—Escóndete debajo de la cama. Pase lo que pase, no te muevas y no hables.

Los grandes ojos azules de su hija la miraban, asustados, pero al ver la cara de preocupación de su madre, asintió con la cabeza y, al instante, desapareció debajo del somier.

India estiró la colcha para ocultarla aún mejor y lamentó no estar vestida de manera más apropiada. Descalza, corrió hacia la entrada dispuesta a averiguar qué era lo que estaba ocurriendo, pero al llegar al recibidor se detuvo en seco, con el corazón latiéndole en el pecho, desaforado; la presencia de aquellos dos hombres, tan corpulentos, empequeñecía aún más el diminuto espacio.

—¡Suéltela ahora mismo! —ordenó con firmeza al hombre que mantenía sujeta a la Tata.

Este le dijo algo al otro en un idioma que ella no entendió, y ambos soltaron una carcajada. La respiración de India se volvió todavía más agitada; estaba muerta de miedo y notaba las rodillas flojas, pero luchó por parecer calmada.

—¿Qué quieren? ¿Qué están haciendo en mi casa?

—¿India Antúnez del Diego y Caballero de Alcántara? —preguntó, a su vez, el que parecía el jefe en un español casi perfecto mientras deslizaba una mirada lujuriosa por las esbeltas piernas que el corto camisón de raso apenas ocultaba.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.