MIRADAS AZUCARADAS by Zelá Brambillé

MIRADAS AZUCARADAS by Zelá Brambillé

autor:Zelá Brambillé
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788417142483
editor: Nova Casa Editorial
publicado: 2018-02-01T00:00:00+00:00


Shawn

Silencio es lo que prevalece después de que se aleje. Salgo del aturdimiento apenas escucho el portazo retumbando en las paredes, me pongo de pie con rapidez sin comprobar a nadie, ya tendré tiempo para mandarlos a todos al infierno. Me apresuro, después de salir no cierro la puerta, sé que debe estar cerca porque la traje yo. Veo su melena rubia bailando por el viento, no dudo en seguirla, está caminando muy rápido hacia la avenida principal de la colonia.

—¡Natalie! —grito a todo volumen, sé que me escuchó pues, en vez de detenerse, aumenta el ritmo de sus pasos. Luego empieza a correr y suelto una maldición, ya que la he cagado tanto que está corriendo lejos de mí. Sigo sus pasos acelerando el ritmo, trotando—. ¡Natalie, espera! ¡Por favor!

Pero no lo hace, da la vuelta en una esquina y corro lo más rápido que puedo, sé que de ese lado está la parada de autobuses. Llego en segundos, la encuentro mirando hacia todas partes y se tensa, mi respiración pesada me delata, me mira por encima del hombro y salta, otra vez se gira para alejarse. No obstante, corro lo que me falta antes de que pueda hacerlo, me aproximo y agarro su codo.

No tiene más remedio que detenerse, aun así, se demora en enfrentarme. Me encara con lentitud, pero no me mira, ella simplemente no lo hace, está enfocada en un punto de la acera; quiero pedirle que se concentre en mis ojos, quiero levantar su barbilla y obligarla, pero no lo hago.

Respiro profundo cuando me doy cuenta de que sus mejillas están empapadas de lágrimas y yo no sé qué hacer para detenerlas. Algo dentro de mí se estruja, es mi culpa que esté así, no quise lastimarla, de verdad que no quería.

Estaba tan furioso por el comportamiento de mis padres, quería gritarle a mamá que se callara, que dejara de ser tan hiriente y cruel, ni siquiera sé por qué estaba actuando de esa forma con mi cita en la mesa. Estoy decepcionado, quería que pasáramos un rato divertido, había pensado en enseñarle mi habitación, mis trofeos. Solo quería presentársela a mis padres, ya que tenía la esperanza de que se alegrarían porque, por primera vez, estoy haciendo las cosas que quiero, con Nat. Solo quería que dejaran de joderla, debí gritar, el regaño de papá habría sido mejor que ver las lágrimas de Natalie, que ver la mueca de disgusto en sus labios por tenerme cerca.

Siento el impulso de abrazarla, de apretujarla contra mi cuerpo para que refugie su pequeña nariz en mi cuello. Le doy un jalón que la sorprende, suelta un jadeo de asombro que detiene el flujo de tristeza que sale de sus ojos. La envuelvo con mis brazos, pero Nat no hunde su nariz en mi cuello como otras veces ni rodea mi cintura ni sonríe en mi pecho, sino que pone sus brazos en mis clavículas y me empuja para separarnos.

La dureza de sus gestos resquebraja mi corazón.



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