te odiare hasta que te quiera by priscila serrano

te odiare hasta que te quiera by priscila serrano

autor:priscila serrano
La lengua: spa
Format: epub
Tags: LxL editorial, te odiare, priscila serrano
editor: Lxl Editorial
publicado: 2018-12-15T00:00:00+00:00


16

Abrí mis ojos y todo estaba oscuro. Algunas velas ya se habían consumido; otras seguían teniendo una tenue luz. Me levanté, dejando a Marcos durmiendo plácidamente, y tras cubrirme con una sábana salí al salón, desde donde, después de comprobar que eran las tres de la madrugada, me dirigí al jardín. Necesitaba pensar, aclarar mis ideas. Me senté en el banco que teníamos en la entrada y suspiré mientras mis ojos vislumbraban el cielo oscuro. Estaba nublado y pronto comenzaría a llover. El mes de mayo aún era fresco en Madrid, pero durante el día, en el sol, hacía bastante calor.

—Esto no puede seguir así —me dije a mí misma.

Quería tener la fuerza para contarle a Marcos lo que me ataba a Daniel, el motivo por el que no podía dejarlo, por el que siempre caía en sus brazos. En realidad, había muchos motivos, pero solo uno de ellos era el más fuerte.

Cuando Marcos se marchó, caí en una depresión de la cual aún no me había recuperado. Eso hizo que sintiera la necesidad de que la adrenalina de subirme a una moto recorriera todo mi cuerpo, y allí estaba siempre Daniel, peligroso y atrayente. Con él vinieron los hurtos, las drogas, el alcohol y las alocadas noches de sexo que siempre traían consecuencias. Muchas veces pensé que, de no ser por Sonia, habría acabado como aquella chica.

Sentí una lágrima bajar por mi mejilla y la dejé llegar a su destino. Mis labios la recibieron con los brazos abiertos, y tras ella vinieron muchas más. Me encontraba a solas con mis recuerdos y mi dolor.

—Noelia, ¿estás llorando? —Marcos caminó hasta mí y se sentó a mi lado, pero miré hacia el otro lado para que no viera el estado en el que me encontraba—. Eh, eh, ¿qué pasa? ¿He hecho algo mal? —me preguntó preocupado, y negué—. Entonces, ¿qué pasa?

Pasó sus brazos por mis hombros y me arrastró hasta su cuerpo, cobijándome, y allí escondí mi rostro en su pecho, mojándolo con mis lágrimas. Quería calmarme, pero era recordar el motivo que me alejaba de él y romperme en pedazos.

—Tranquila, sea lo que sea, pasará.

—¿Cómo estás tan seguro? —gimoteé, levantando la mirada.

—Porque yo estaré contigo para ayudarte.

Saber eso no me ayudaba; al contrario, me ponía mucho peor.

—Ese es el problema, Marcos, que tú y yo no podemos estar juntos, ¿no lo entiendes? Por eso estoy así, porque cada vez que me besas o me dices que me quieres, es un paso atrás para no poder dejarte. Porque me lo pones muy difícil, porque era más sencillo odiarte que amarte como lo hago.

Me levanté para volver al interior de la cabaña y él se quedó allí sentado, pensando en todo lo que le había soltado de repente. Si lo que quería era echarlo de mi vida, estaba segura de que acababa de conseguir todo lo contrario.

Entré en la habitación y comencé a vestirme rápidamente. Tenía que salir de allí, esconderme debajo de



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