Tú bailas y yo disparo by Manuel Marlasca

Tú bailas y yo disparo by Manuel Marlasca

autor:Manuel Marlasca [Marlasca, Manuel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2024-04-03T00:00:00+00:00


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La imagen es de muy mala calidad, aunque suficiente para distinguir el modelo, el color y las letras de la matrícula del coche. Los números no se ven con nitidez, pero alguno de ellos se adivina. Paula mueve y pulsa el ratón del ordenador y reproduce la imagen una y otra vez. A velocidad normal, ralentizada, acelerada. El vehículo entra y sale del plano acompañado por un autobús de la EMT, la Empresa Municipal de Transportes, y un Smart, que parece aún más pequeño al lado del BMW X5.

—Cuatro de noviembre, nueve cuarenta. A unos doscientos metros de la casa de Minerva, que está como por aquí. —Paula señala un punto imaginario en el aire, a la derecha de la pantalla—. Tiene que ser este coche. Se ven bien las letras, JDD, y algún número, como el nueve.

—¿No hay forma de ver mejor el resto de la placa? —Mangas guiña los ojos y mira el monitor desde izquierda y derecha, con la vana esperanza de apreciar con más claridad la matrícula.

Paula congela la imagen y niega con la cabeza.

—No, esto es lo mejor que tenemos, y lo tenemos gracias a un fulano que se salta a la torera la Ley de Protección de Datos, porque la cámara abarca mucho más de lo reglamentario.

—Bendito infractor. ¿Quién es? —Noa mira la pantalla con curiosidad infantil.

—Un ciudadano de bien que estaba harto de los alunizajes que le pegaban cada dos por tres en la perfumería. Por eso orientó una cámara hacia la calzada —Mangas gira la mano desde la muñeca—, para ver los coches y facilitarnos el trabajo. Le han desparramado la tienda tres veces en menos de un año.

—Mangas y yo por un lado y Julia y Jimmy por otro hemos recorrido a pie todas las calles de alrededor de la casa de Minerva buscando cámaras, y esto es, de momento, lo que hemos encontrado. Junto al portal no hay ninguna que nos permita ver al conductor fuera del coche.

Noa señala la pantalla mientras se lleva un bolígrafo a la boca.

—Ese autobús. No se ve de qué línea es, pero hay que hablar con la EMT. Muchos llevan cámaras dentro y graban también a través de las ventanillas. Quizá podamos ver mejor al conductor, aunque sí parece que va solo.

—Hay que buscar ese coche en los minutos previos y siguientes. Unas cuatro horas después pasó por el semáforo que encontró Clarice junto a la nave donde dejó la maleta, así que ya tenemos material suficiente para hacer un cronograma de esa mañana. La lógica —Mangas se quita la americana y la deja en una silla mientras habla apresuradamente— nos dice que esta imagen corresponde a la llegada a la casa de Minerva, no sabemos si para matarla o solo para descuartizar el cadáver, aunque me inclino por la primera opción, y que pasó frente al foto-rojo cuando dejó la maleta en el polígono.

—En esas cuatro horas tuvo que aparcar el coche en alguna parte —Paula parece haber perdido el interés por el monitor—, y la casa de Minerva es zona de estacionamiento regulado.



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