Solo por deseo by Tara Pammi

Solo por deseo by Tara Pammi

autor:Tara Pammi
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins, S.A.
publicado: 2017-07-10T08:37:46+00:00


Apareció en lo alto de las escaleras de mármol como un sueño hecho realidad. Luca sintió una presión en el pecho que le dificultó respirar. Había sabido, había imaginado, que Sophia sería toda una revelación.

Y lo era.

Oyó murmullos a su alrededor.

Oyó gritos ahogados, comentarios acerca de su belleza. Y se sintió feliz. Le ocurrió como cuando terminaba de componer una canción o cuando cuadraba los números en los inventarios. Era como ver una obra de arte, inacabada y en estado puro, cobrar vida.

Sintió que Sophia era suya y pensó que no quería que nadie más la viese así. No quería que el resto del mundo viese y desease a aquella bella criatura.

Era suya, al menos, por el momento. No era tan arrogante como para pensar que la había creado, pero sí podía considerarse que la había descubierto, ¿no?

Deseó levantarla en volandas, echársela al hombro y llevársela a su casa. Quería entrar en ella hasta que ambos se quedasen sin respiración, hasta que él pudiese deshacerse de aquella obsesión. Hasta que la mente de Sophia, su cuerpo y su espíritu, le perteneciesen solo a él.

Nunca había perseguido a una mujer. Todas acudían a él. Y aquella parecía no querer dejarse atrapar, qué ironía.

Disfrutó de las deliciosas curvas de su cuerpo y entonces sus miradas se cruzaron y desapareció todo a su alrededor.

Ella estudió su rostro y él sintió que le ardía la sangre mientras la esperaba abajo, al pie de la escalera.

La luz de la lámpara de araña hizo brillar su vestido. Y sus ojos marrones. No parecían unos ojos normales o corrientes.

Brillaban con pasión.

Y Sophia lo miraba… como si quisiera ver en su interior. Luca se estremeció.

Era como si hubiese conseguido traspasar la superficie y ver más allá de su aspecto, de su encanto. Como si ansiase conocer más.

Pero él sabía que no podía mostrarle más.

Cuando Sophia llegó abajo, Luca se tranquilizó. Esbozó su practicada sonrisa.

Ella arqueó una ceja con arrogancia.

Y él imaginó que era así como hacía obedecer a su equipo en el trabajo, que bastaba con que arquease una ceja e hiciese un comentario para que todo el mundo la obedeciese.

Luca deseó darle un beso en la ceja y, probablemente, en la frente. Y en el puente de la nariz. En los carnosos labios. Y después mordisquearía la desafiante barbilla.

'Muy pronto', se prometió.

Podía haberla tenido aquel día en CLG, pero no quería que Sophia se arrepintiese después.

–Estás para comerte, cara mia.

A ella pareció sorprenderle el cumplido, apartó la vista y después volvió a mirarlo. Luca se preguntó si había sido él quien había minado su confianza.

–¿No tienes nada que decir, Sophia?

–Has desaparecido seis días. Tres horas después de que nos casásemos –lo acusó en voz baja–. Aunque nuestro matrimonio no vaya a durar… no me puedes meter en un taxi y desaparecer. Me dediqué a comer chocolate y seguro que he engordado. ¿Sabes cuántas preguntas he



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