Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas by Margaret Mead

Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas by Margaret Mead

autor:Margaret Mead [Mead, Margaret]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 1935-01-01T00:00:00+00:00


Segunda parte.

LOS MUNDUGUMOR, HABITANTES DEL RÍO

ENCUENTRO CON LOS MUNDUGUMOR

Se recordará que el propósito fundamental de mis estudios directos en Nueva Guinea consistía en descubrir en qué medida las diferencias temperamentales entre los sexos eran innatas o hasta qué punto estaban determinadas culturalmente, y además investigar en detalle los mecanismos educacionales en sus conexiones con estas diferencias. Abandoné a los arapesh desilusionada. No había encontrado diferencias temperamentales entre los sexos cuando estudié sus creencias culturales ni cuando observé el comportamiento de los individuos. Cabía inferir que tales diferencias eran puramente una cuestión cultural, y que, en aquellas sociedades en las cuales la cultura las descuidaba, no se observaba diferenciación entre los sexos. Los arapesh fueron seleccionados para su investigación debido a varias consideraciones etnográficas y prácticas que no guardaban relación alguna con mi problema especial. Éste es un hecho inevitable, pues desde el momento en que se conoce lo suficiente sobre cualquier sociedad primitiva, como para asegurar al investigador que ella resulta apropiada para una línea particular de investigación, en realidad ya puede considerarse completado el estudio de esa cultura: en el estado actual de las investigaciones acerca de los pueblos primitivos, cuando se desmoronan culturas con miles de años de historia detrás de sí, que son únicas y que probablemente no podrán darse de nuevo en el futuro de la raza humana, ningún estudioso especializado en la investigación etnológica puede seguir las huellas de otro investigador, mientras le sea posible combinar, por algún medio, su estudio especial con la investigación completa de una cultura todavía desconocida. Esta obligación se vio intensificada, en mi propio caso, por el hecho de que nos habíamos reunido dos investigadores, y deseábamos disponer del campo de acción proporcionado por una cultura totalmente virgen de estudios para realizar nuestras investigaciones combinadas e individuales. De modo que dejé a los arapesh encantada con el carácter de la gente e interesada en la estabilidad de su cultura, pero con un conocimiento adicional mínimo acerca de mi propio problema.

Al abandonar a los arapesh, decidimos emprender un viaje por el río Sepik hacia arriba, a fin de escapar de los ardores de la vida en la montaña, con sus correspondientes dificultades de transporte. Nuevamente nuestra elección de una tribu debía de ser arbitraria, y estaba determinada por consideraciones bien lejanas, en verdad, del problema de las diferencias en el temperamento de ambos sexos. Otros dos etnólogos nos habían precedido en esta región. El doctor Thurnwald había investigado la cultura de los Banaro, ubicados sobre el río Keram, y el señor Bateson estaba en ese momento estudiando la cultura Iatmül, en el curso medio del río Sepik. Los pueblos del Sepik inferior se hallaban en un estado de desintegración parcial, debido a la influencia de las misiones y a los excesos del reclutamiento. Esperábamos abrirnos camino hasta una de las tribus interiores, hacia la parte norte del Sepik, cuya cultura se asociaba a la de los arapesh plains, y hacer así un estudio de una faja continua de territorio, desde el Sepik hasta la costa del Pacífico.



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