Oliver Twist by Charles Dickens

Oliver Twist by Charles Dickens

autor:Charles Dickens [Dickens, Charles]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Aventuras, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1837-01-01T05:00:00+00:00


CAPÍTULO XXVIII

Que se ocupa de Oliver y prosigue con sus aventuras

—¡Ojalá los lobos os desgarren el pescuezo! —gruñó Sikes rechinando los dientes—. Me gustaría estar en medio de vosotros; ya veríais, ya; os haría bramar hasta quedar afónicos.

Mientras lanzaba esta imprecación con toda la ferocidad de la que era capaz su feroz naturaleza, Sikes apoyó el cuerpo herido del niño sobre una de sus rodillas y volvió la cabeza un instante para observar a sus perseguidores.

No se distinguía casi nada entre la niebla y la oscuridad reinantes, pero el griterío de los hombres resonaba en el aire, y los ladridos de los perros del vecindario, despertados por el sonido de las campanas que tocaban a rebato, retumbaban en todas las direcciones.

—¡Quieto, perro cobarde! —gritó el ladrón tras Toby Crackit, que haciendo buen uso de sus largas piernas ya iba por delante—. ¡Quieto ahí!

La repetición de esa palabra dejó completamente paralizado a Toby, que no estaba del todo seguro de encontrarse fuera del alcance de un disparo de pistola, y el ánimo de Sikes no estaba para bromas.

—¡Échame una mano con el crío! —bramó Sikes, gesticulando furiosamente en dirección a su cómplice—. ¡Vuelve aquí ahora mismo!

Toby hizo como que regresaba, pero caminaba muy despacio, refunfuñando en voz baja y quebrada por la falta de aliento, dando a entender que lo hacía a regañadientes.

—¡Más rápido! —dijo Sikes mientras tendía al chico en una cuneta seca que había a sus pies y se sacaba una pistola del bolsillo—. ¡No juegues conmigo!

En ese momento, el griterío aumentó de volumen; Sikes miró de nuevo a su alrededor y pudo distinguir a los hombres que les habían estado persiguiendo, que ya estaban trepando por la cerca del campo donde se encontraban, y a un par de perros que les llevaban unos cuantos pasos de ventaja.

—¡Se acabó, Bill! —gritó Toby—. ¡Suelta al crío y sal pitando! —con este consejo de despedida, el señor Crackit, que prefería el riesgo de que su amigo le pegase un tiro a la certeza de que sus enemigos le capturasen, se dio media vuelta y salió corriendo como una flecha. Sikes apretó los dientes, lanzó una mirada a su alrededor, cubrió apresuradamente el cuerpo de Oliver con la capa con la que lo había abrigado y echó a correr a lo largo del seto, como queriendo desviar la atención de los perseguidores del lugar en el que yacía el chico; se detuvo un instante ante un segundo seto perpendicular al primero, agitó la pistola en el aire, lo dejó atrás de un salto y desapareció.

—¡Alto, alto! —gritó al fondo una voz trémula—. ¡Pinza, Neptuno, venid aquí!

Los perros, que al igual que sus dueños no parecían disfrutar especialmente con la actividad que se llevaban entre manos, respondieron de inmediato a la orden, y tres hombres que hasta ese momento habían recorrido ya una distancia considerable por el campo, se detuvieron para tomar conjuntamente una decisión.

—Mi consejo, o mejor dicho, mis órdenes —dijo el más gordo del grupo—, son que regresemos a casa ahora mismo.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.