Ni tú eres un príncipe ni yo he perdido un zapato by Patty McMahou

Ni tú eres un príncipe ni yo he perdido un zapato by Patty McMahou

autor:Patty McMahou [McMahou, Patty]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Humor, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2019-09-02T16:00:00+00:00


* * *

—Que me da igual, ¿no lo pillas?

—No me lo creo. —Me señaló con el dedo—. Y me juego lo que quieras a que volverás a caer en su cama.

—Antes me mato —siseé enfadada.

—Pues ve diciéndome el veneno que quieres que te prepare —repuso, dándole el último sorbo a su bebida.

No tardamos mucho en ver a un hombre que entraba por la puerta y se dirigía directamente hacia nosotras. Peppo, dijo que se llamaba. Nos pidió disculpas por no estar a la hora indicada en el puerto y por las molestias, pero un problema familiar lo había hecho llegar tarde, propiciando así todo el lío posterior.

Para no perder más tiempo, nos llevó de nuevo en una «motocosa» a dar un paseo por algunas de las calles principales de la isla. El bullicio bajo el sol era intenso, la gente, vestida de manera informal, pero con clase, paseaba. Todos iban con gafas de sol y las mujeres, además, con sombreros de paja. A pesar del cabreo y del mareo incipiente a causa de la bebida, me percaté de que era una isla tranquila, de estilo más griego que italiano. Las casas estaban encaladas y las columnas de los patios me hacían pensar en el país helénico. Caminamos un poco, pues por algunos lugares no podíamos llegar con aquel vehículo, y, dado el tiempo que habíamos perdido despistadas en aquel hotel, tuvimos que comer a matacaballo una deliciosa pasta con albahaca y algo de pescado y regresar al puerto, desgraciadamente sin poder visitar el poblado prehistórico o alguna de las plantaciones de alcaparreras. Pero el despiste es lo que tiene, que te hace perder muchas cosas y lo último que Victoria y yo queríamos perder en ese momento era el barco para regresar al hotel.

Yo quería meterme en mi habitación y encerrarme. No aspiraba más que a no volver a salir hasta la hora de irnos a casa. Por primera vez en mucho tiempo necesitaba estar allí, abrazarme a mi familia y así no tener que dar más explicaciones a nadie. Ni siquiera me importaba llegar y tener que deshacer todas las cajas que la asquerosa de Carmina me había enviado. Puta, puta, puta…

¡Qué asco, qué asco, qué asco! Quería esconderme en la habitación, quería regresar a Madrid. Y si Victoria me daba la oportunidad, cogería toda la documentación y cambiaria el billete de regreso para volver antes. No necesitaba más italianos de ojos deliciosos. Podía enfrentarme sin problemas a lo que me esperaba, pero no a Donatello. Me había dado cuenta de que con él no podía más. No quería quererlo.

Me llevé las manos a la boca, paralizada. Pero ¿qué demonios estaba diciendo? ¿Quererlo? Pero ¿quererlo de qué manera? Para un polvo, ¿no?

«¡Vete, Malena! ¡Vete de esta isla ya! ¡De todas las islas!»

—¿Qué te pasa, Malena? —Victoria se acercó al verme pálida—. Ya sabía yo que el alcohol con el estómago vacío te iba a sentar mal.

—No es eso, Vicky. —Me puse nerviosa—. Quiero irme, necesito volver a Madrid.

—Respira, Malena. —Buscó algo en su bolso.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.