Mito y epopeya, III. Historias romanas by Georges Dumézil

Mito y epopeya, III. Historias romanas by Georges Dumézil

autor:Georges Dumézil
La lengua: spa
Format: epub
editor: Fondo de Cultura Económica
publicado: 1996-12-31T06:00:00+00:00


LA GESTA DE CAMILO

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y sin comprenderlas del todo, las que podemos llamar las tres faltas de los

romanos:

Un primer signo de la aproximación de una gran desgracia fue, a los ojos de los romanos, la muerte del censor Julio: en efecto, ellos honran la magistratura de los censores más que cualquier otra y la consideran sagrada.

Un segundo signo se manifestó antes del exilio de Camilo. Un hombre sin

ilustración y que no formaba parte del Senado, pero que tenía fama de ser honrado y recto, M. Cedicio, presentó a los tribunos consulares el informe de un incidente que merecía tomarse en consideración. Declaró que la noche anterior, mientras él caminaba por la calle llamada Nueva, alguien lo había interpelado; al volverse no había visto a nadie, pero había escuchado estas palabras, pronunciadas con una voz demasiado fuerte para pertenecer a un hombre: “¡Vamos,

Cedicio! ¡Ve desde el alba a decir a los magistrados que dentro de poco tendrán que recibir a los galos!” Los tribunos sólo vieron en este relato un motivo para reír y hacer bromas.

Y poco después ocurrió el asunto de Camilo [es decir, su injusto exilio].

En realidad se trata, incluso considerando la muerte del censor, de faltas, y no sólo de signos, σημεῖα. Tito Livio, que, debido a los convencio na lismos del ciclo anual en que enmarca sus relatos, no puede reunir de esta manera en un solo conjunto los tres acontecimientos, explica satisfactoriamente el sentido de las tres escenas. He aquí la primera (5, 31, 6-7):

Un censor, C. Julio, murió. Se designó a su sustituto, M. Cornelio. Inme diatamente después se consideró este acto sacrílego, porque fue en el trans curso de ese lustro cuando ocurrió la toma de Roma. Por tanto, desde enton ces jamás se volvió a

remplazar a un censor fallecido.

La segunda falta también está mejor presentada por Tito Livio e incluye

dos especificaciones orientadoras (32, 6-7):

Aquel mismo año, M. Cedicio, que era plebeyo, anunció a los tribunos que en la Nova Via, en el lugar donde hoy se levanta una capilla, arriba del santuario de Vesta, había oído en el silencio de la noche una voz, más poderosa que la voz humana, que lo exhortaba a advertir a los magistrados que los galos se aproximaban a Roma.

Como suele suceder, se despreció este aviso a causa de la baja condición del que lo comunicaba, y también porque se trataba de un pueblo remoto y casi desconocido.

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EL CUADRO DE LAS TRES FUNCIONES

El sentido de la tercera falta, ligado a la precedente, se ofrece con toda

claridad (32, 7):

No fueron sólo las advertencias de los dioses las que el impulso del destino llevó a desdeñar: los romanos expulsaron de la ciudad al único ser humano que podía

ayudarla: M. Camilo.

Inmediatamente después (33, 1) se pone en movimiento el engranaje fatal

del conflicto con los galos aduentate fatali Urbi clade.

El carácter religioso de la primera falta es evidente. La única de las magistraturas que entonces eran patricias, la censura, no sólo es augusta, sino sagrada: el censor



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