Matrimonio por error by Jennifer Probst

Matrimonio por error by Jennifer Probst

autor:Jennifer Probst [Probst, Jennifer]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2012-11-06T05:00:00+00:00


9

Sawyer encajaba en Las Vegas. Carina controló sus nervios mientras él avanzaba por su despacho como un enorme felino. Le estrechó la mano y la invitó a sentarse, como si hubiera decidido jugar con la comida antes de darle un mordisco. Y, joder, parecía capaz de morder. Exudaba sexo a raudales, pero tenía algo que la acojonaba muchísimo. Le recordaba al vampiro rubio de True Blood, con esa pálida belleza y esos abrasadores ojos ambarinos capaces de hipnotizar a cualquier mujer inocente. Sus voluptuosos labios tenían una mueca cruel y su cara era un compendio de duras líneas, con pómulos afilados y una feísima cicatriz que iba desde la frente hasta la mejilla. La cicatriz aumentaba su peligroso atractivo. Llevaba el pelo largo, casi como Michael, pero no lo suficiente para recogérselo en una coleta.

Había hecho los deberes y conocía lo principal sobre él. Sawyer Wells poseía una exitosa cadena hotelera que había comprado y que exprimió para conseguir el máximo beneficio. Después, sucedió algo y pasó al siguiente desafío. El Venetian era su nuevo juguete, uno que se tomaba muy en serio, pero corría el rumor de que tenía intención de levantar una cadena de hoteles de lujo por todo el país. Viajaba a Italia con frecuencia y Max parecía mantener con él una relación que iba más allá de los negocios ocasionales.

Se sentó al otro lado del enorme escritorio de teca y echó un vistazo a su alrededor. Su despacho se encontraba en la última planta del Venetian. Unos ventanales que ocupaban toda la pared ofrecían una panorámica de la ciudad en toda su extensión, y le recordó más a una suite que a un lugar de trabajo, con muebles de teca, librerías y un bar. Las paredes estaban adornadas con unos cuadros preciosos, una intrigante mezcla de paisajes y de temas eróticos. Observó las siluetas de una pareja desnuda y abrazada envuelta en sombras. La sencilla sensualidad despertó algo en su interior, provocándole el anhelo de estudiar el cuadro. Al percatarse de que él la pillaba mirándolo, se ruborizó.

—¿Te gusta el arte, Carina?

—Mucho. Pinto.

Sawyer se sentó en el sillón de cuero emplazado detrás del escritorio y la miró con expresión pensativa.

—Interesante —murmuró—. ¿De forma profesional?

—No, dejé de lado la pintura para terminar el máster. Aunque la echo de menos.

—No deberías negar una parte de tu alma. Con el tiempo acabará muriendo o se enquistará en tu interior hasta que te la extirpes. —Su expresión se ensombreció como si estuviera luchando contra una imagen del pasado—. La vida es demasiado corta para estar lamentándose luego.

—Sí. —La extraña conversación la alteró. Joder, ¿lo que había en la estancia adyacente era una cama enorme? ¿Y por qué de repente estaba pensando en que además de dormir en ella también hacía otras cosas?

—Tengo muchos contactos en el mundo del arte. Si alguna vez te apetece hacer una exposición seria, dímelo. Mi marchante es capaz de captar el talento al instante.

Lo miró, extrañada.

—Nunca ha visto mis obras.

—Tengo buen instinto.

—Lo tendré en mente. —Carina cruzó las piernas.



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