Man Called Ove, a \ Un hombre llamado Ove (Spanish edition) by Fredrik Backman

Man Called Ove, a \ Un hombre llamado Ove (Spanish edition) by Fredrik Backman

autor:Fredrik Backman
La lengua: spa
Format: epub
editor: HarperCollins
publicado: 2022-10-21T00:00:00+00:00


19

Un hombre llamado Ove y un gato que llega hecho trizas

Ove mira al gato. El gato mira a Ove. A Ove no le gustan los gatos. Y a los gatos no les gusta Ove. Y él lo sabe. Ni siquiera a Ernest le gustaba. A él Ernest no le gustaba en absoluto, y eso que, de todos los gatos a los que había conocido, Ernest era el que menos le disgustaba.

Este gato no se parece a Ernest ni de lejos, constata Ove. Bueno, salvo por esa forma de ser tan independiente, pero se supone que eso es característico de todos los gatos. Este es tan pequeño y está tan demacrado que podría confundirse con una rata grande. Y se diría que ha perdido más pelo todavía durante la noche. Como si eso fuera posible.

—¡Os digo que los gatos y yo no hacemos buenas migas! —había insistido Ove una y otra vez el día anterior, tratando de convencer a Parvaneh.

Luego le dijo a gritos que solo dejaría que el gato viviera en casa por encima de su cadáver.

Y allí está. Mirando al gato. Y el gato le devuelve la mirada. A pesar de que Ove sigue vivo y coleando. Es de lo más irritante.

Ove se había despertado media docena de veces aquella noche porque el gato se le subía a la cama sin asomo de respeto. Y otras tantas veces se había despertado el gato cuando Ove, con más brusquedad de la cuenta, lo echaba de la cama.

Y ahora, a las seis menos cuarto, Ove ya está en pie, y ahí está el gato, en la cocina, con el morro tieso como si Ove le debiera dinero. Él lo mira con suspicacia, como lo miraría si el gato acabara de llamar a su puerta con una Biblia bajo la pata y le hubiera preguntado si está «dispuesto a dejar que Jesús entre en su vida».

—Ya, claro, tú lo que quieres es comida, supongo —masculla Ove.

El gato no responde. Se limita a olisquearse las calvas de la barriga y a lamerse la almohadilla de la pata.

—Pero en esta casa nadie se pasea maullando incoherencias con la esperanza de encontrarse un par de gorriones fritos para desayunar —añade Ove señalando al gato con un dedo crítico, para dejar claro a quién se dirige.

El gato parece estar pensando en hacerle una pompa de chicle rosa.

Ove se planta delante del fregadero. Pone la cafetera. Mira el reloj. Mira al gato. Después de dejar a Jimmy en el hospital, Parvaneh había conseguido localizar a un veterinario conocido suyo. Le echó un vistazo al gato y confirmó que «tenía graves lesiones provocadas por la hipotermia y la desnutrición». Y luego, le entregó a Ove una larga lista de instrucciones de lo que debía comer el gato, y de cómo había que «cuidarlo». Como si en lugar de un animal fuera un sofá. Como si Ove fuera una empresa de rehabilitación de gatos.

—Yo no soy ninguna empresa de rehabilitación de gatos —le explica al felino.

El gato no responde.

—Que



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