Las garras del águila: una novela de Lisbeth Salander (Serie Millennium) by Karin Smirnoff

Las garras del águila: una novela de Lisbeth Salander (Serie Millennium) by Karin Smirnoff

autor:Karin Smirnoff [Karin Smirnoff]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Ediciones Destino
publicado: 2023-08-31T00:00:00+00:00


Capítulo 39

Día de boda. Hora de casarse. El lado de la cama en el que duerme Salo está vacío. Pernilla se queda un rato esperando la sensación. Esa sensación de júbilo que debería recibirla sentada en el borde de la cama. Hoy me caso, ¡viva!, pero las discusiones de los últimos tiempos flotan en el aire como la niebla sobre el río. Y quizá no sólo las discusiones. Las sospechas.

Su voz. Frases inconexas y balbuceantes dirigidas a una tal Märta. Deberíamos haber sido nosotros.

Ha intentado buscar un momento para preguntar, pero ese momento no llega nunca. De todos modos, lo más probable es que lo negara todo rotundamente. ¿Infiel? ¿Yo? Pero Pernilla, por favor, tienes que haber oído mal.

Tras despertar a Lukas, se mete en la ducha. Se sienta en el suelo y el agua caliente le chorrea encima. Debería haber una ley que dictase que hay que casarse como mucho un año después de la primera cita, cuando el enamoramiento ha alcanzado su punto álgido y el futuro se antoja luminoso. Antes de que todo empiece a ir cuesta abajo.

Invitados. Padres, familia, amigos. Bueno, sobre todo amigos de Henry. Gente con la que quedan a cenar a veces. Horas que pasan con lentitud con el municipio de Gasskas de fondo. Ella en su papel de la atenta anfitriona. Ahora no puede echarse atrás.

Llaman a la puerta.

—Espera —dice mientras se envuelve en la toalla—. ¿Qué pasa?

—Venga, abre.

Henry. Podría haber esperado.

¿Qué día es? ¿Qué día es? No es un día normal, porque es el día de la boda de Pernilla, viva, viva, viva.

Con los brazos llenos de rosas, contempla a su futuro marido. El pelo que aún no ha sido domado por la cera. La red de cicatrices, como pinceladas sobre la espalda. El cuello. Las manos de leñador. La sonrisa cuando se pone delante del váter a mear con tanta fuerza que la orina salpica el aro del asiento.

—¿Qué tal, Nillan? Va a ser una fiesta que nadie olvidará en años.

—¿Quién es Märta?

—¿Por qué preguntas eso?

—Contéstame.

—Una novia de cuando era joven. Éramos vecinos.

—¿O sea que no es alguien a quien ves ahora?

—Fue hace muchos años.

Cierra la tapa de la taza de golpe, le da una palmadita en el culo y saca la maquinilla de afeitar.



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