Lady Rosehip sueña con un príncipe by Bethany Bells

Lady Rosehip sueña con un príncipe by Bethany Bells

autor:Bethany Bells [Bells, Bethany]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-11-30T00:00:00+00:00


Capítulo 8

Días después, Rosehip despertó al sentir que Alex abandonaba la cama. Siempre lo hacía con sigilo, pero ella era de sueño ligero.

Se giró hacia él.

—¡Te pillé! —exclamó. Alex se echó a reír.

—Quería dejarte dormir un poco más, Rosie. —⁠Había empezado a llamarla así. No le gustaba especialmente, y de ser otro hubiese protestado, pero ¿qué podía hacer? Le encantaba cómo sonaba en sus labios⁠—. Todavía no ha amanecido.

—No importa.

Él se sentó a su lado en la cama y se inclinó a besarla. Rosehip supo que tenía en mente algo rápido, pero no estaba dispuesta a permitirlo, y se restregó contra él. La sábana se deslizó por su pecho, dejando a la vista sus jóvenes senos. Lo sintió estremecer.

—Rosie… —Jadeó Alex—. No debemos. Pueden…

—Aún no ha amanecido.

Volvieron a hacer el amor, por supuesto. Rosehip estaba convencida de que jamás se cansaría de sentir tanto, y todo tan maravilloso, y a él parecía ocurrirle lo mismo. En los diez días largos que llevaban ya embarcados en su aventura, habían buscado todo momento a solas posible —⁠el pobre guardaespaldas estaba convencido de que había algún pasadizo en su dormitorio, había oído cómo se lo preguntaba a una de las doncellas, desesperado tras pasar toda la jornada custodiando la puerta de un dormitorio vacío⁠—, con un hambre el uno del otro que parecía no tener fin.

Todo valía, todo unía. Había habido momentos breves, en los que habían podido hacer poco más que mirarse en la distancia con anhelo mal disimulado, pero también largas horas por el bosque, paseando de la mano hasta Rosegarden-on-the-Water.

¡Cómo se habían arriesgado aquella tarde! Pese al frío, seguía nevando a ratos, hubieran podido encontrarse con cualquiera, lo que, como poco, habría hecho pública su relación, estropeando todos sus planes.

Pero había merecido la pena. Siempre; cada segundo con el señor White merecía la pena.

Rosehip le había enseñado todos los rincones de su infancia, dentro y fuera de la casa, con la sensación de estar entregándose a él por completo. Se habían reído corriendo por los pasillos para escapar de los criados, o por los caminos del bosque nevado, por puro placer; se habían besado bajo los árboles y bajo los dinteles; se habían mirado, frente a frente, vestidos o desnudos, preguntándose cosas y retándose a responder con plena sinceridad; y, gracias a cada uno de esos maravillosos instantes compartidos por el día, luego, por la noche, se habían buscado el uno al otro de un modo muy distinto, diferente.

Alex y ella habían empezado a ser amigos. Pero sobre todo, eran amantes. Sus cuerpos se entendían bien, sabían más que ellos mismos lo que les convenía. Se buscaban, se tocaban, acariciaban y se hacían estremecer mutuamente.

Eso sí, todo aquello tenía su precio, porque cada día se le hacía más duro estar lejos de él, y disimular con él delante. Se estaba enamorando del señor White, eso estaba claro. De Alex, como le había pedido que lo llamara. Y, una y otra vez, volvía a preguntarse si le ocurriría lo mismo con Otón, en un futuro.



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