La vida secreta de la mente by Mariano Sigman

La vida secreta de la mente by Mariano Sigman

autor:Mariano Sigman [Sigman, Mariano]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ciencias naturales
editor: ePubLibre
publicado: 2015-09-30T16:00:00+00:00


¿Los bebés tienen conciencia?

La indagación en el pensamiento ajeno también es una ventana al misterioso universo del pensamiento de los recién nacidos. ¿Cómo se desarrolla la conciencia antes de que un chico pueda expresarla en gestos y palabras concisas?[38]

Los recién nacidos tienen una organización del pensamiento mucho más sofisticada y abstracta que lo que intuimos y son capaces de formar conceptos numéricos o morales, como vimos. Pero estas formas de pensamiento pueden ser inconscientes y no nos dicen mucho acerca del registro subjetivo de la experiencia durante el desarrollo. ¿Tienen los bebés conciencia de lo que les pasa, de sus recuerdos, sus seres queridos o sus tristezas? ¿O acaso son meras expresiones de reflejos y de un pensamiento inconsciente?

Este es un terreno extremadamente novedoso en la investigación. Y fue mi amiga y colega de muchos años, Ghislaine Dehaene-Lambertz, quien tiró la primera piedra. La estrategia es sencilla, se trata de observar si la actividad cerebral de los bebés tiene las signaturas cerebrales que indican un pensamiento consciente en adultos. El truco es muy similar al del experimento para entender cómo se bifurca en el cerebro adulto un proceso consciente y uno inconsciente.

A los cinco meses, la primera fase de respuesta cerebral está prácticamente consolidada. Esta fase codifica un estímulo visual, independientemente de que acceda a la conciencia. A esta altura, la corteza visual ya es, por supuesto, capaz de reconocer caras y lo hace en tiempos y formas similares a los de un adulto.

La segunda ola —exclusiva de la percepción consciente— cambia durante el desarrollo. Al año de vida ya está prácticamente consolidada y presenta formas muy similares a las de un adulto pero, con una salvedad reveladora, es mucho más tardía. En vez de consolidarse a los 300 milisegundos, se da casi un segundo después de ver una cara, como si la película consciente de los bebés tuviese una demora de un segundo, como cuando vemos un partido con una transmisión con retraso y escuchamos el grito del gol de nuestros vecinos un tiempo antes de verlo.

Esta demora en la repuesta se exagera de manera mucho más drástica en los bebés de cinco meses de vida. Ahí, mucho antes del desarrollo de la palabra, antes de empezar a gatear, cuando apenas logran sentarse, los bebés ya tienen una actividad cerebral que denota una respuesta abrupta y extendida a lo largo del cerebro, que persiste luego de que el estímulo desaparece.

Es el mejor registro que tenemos para suponer que tienen conciencia del mundo visual. Seguramente menos anclada a íconos precisos, probablemente más confusa, más lenta y vacilante, pero conciencia al fin. O eso, por lo menos, nos cuenta su cerebro.

Esta es la primera aproximación en la historia de la ciencia para navegar en un territorio que antes era completamente ignoto, el pensamiento subjetivo de los bebés. No lo que son capaces de hacer, responder, observar o recordar, sino algo mucho más privado y opaco, aquello que son capaces de percibir desde su conciencia.

Decidir el estado de conciencia de un bebé o de una persona en estado vegetativo ya no es una mera deliberación de intuiciones.



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