La vida en cuatro letras by Carlos López-Otín

La vida en cuatro letras by Carlos López-Otín

autor:Carlos López-Otín [López-Otín, Carlos]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ciencias naturales, Biología, Medicina
editor: ePubLibre
publicado: 2019-04-01T00:00:00+00:00


Miedo: estamos rodeados de miedo y de miedos, una sensación que surgió durante la evolución humana como estrategia de protección, pero que se quedó para siempre enredada y atrapada entre los pliegues y circunvoluciones de nuestro cerebro. Miedos reales y miedos imaginarios, miedo a la vida y miedo a la muerte, miedo al presente y miedo al futuro, miedo al mundo y miedo a uno mismo, miedo a la sociedad y miedo a la soledad, miedo a otros y miedo por otros, miedo a hablar y miedo a callar, miedo a pensar y miedo a sentir. Repaso mi vida y recuerdo mis primeros miedos; el más recurrente que acude ahora a mi mente es un temor inducido por una situación familiar muy común en mi infancia. Mis abuelos vivían en una típica casa de pueblo dotada de una gran bodega, una estancia en la que se almacenaban todo tipo de enseres, así como los alimentos que se consumían durante el largo invierno pirenaico. La bodega era fría y oscura, y mi abuela me enviaba allí de vez en cuando para buscar cosas de lo más variopinto. Todavía recuerdo el terror que me producían las expediciones a ese lugar que entonces me parecía amenazante y tétrico, pero que con los años y el paso por la adolescencia acabó por convertirse en un espacio atractivo y curioso. Esta evolución personal se extendió a los miedos posteriores de mi vida, cuyos desencandenantes fueron cambiando, y con el tiempo estos temores se hicieron más sofisticados y terminaron siendo miedos sociales y mucho más reales que los que me provocaban los habitantes imaginarios de la bodega de mis abuelos.

Nunca he trabajado en la investigación de las bases bioquímicas del miedo, así que no me queda más remedio que acudir de nuevo a la literatura científica en busca de pruebas sobre los hipotéticos genes del miedo. Y ahí, en ese baúl gigantesco de información infinita pero conocimiento limitado, se encuentran varias referencias a una extraña patología humana, la enfermedad de Urbach-Wiethe, que se caracteriza por el hecho de no sentir miedo.[11] La neurofisiología nos ha enseñado que los mecanismos que desencadenan la sensación de miedo se encuentran en el cerebro y en el sistema límbico: juntos regulan las acciones básicas que hacen posible nuestra supervivencia (respirar y comer, por ejemplo), así como las emociones que contribuyen a la preservación del individuo, entre las cuales figuran la lucha, la paralización y hasta la huida. El sistema límbico integra la información percibida por los sentidos a través de una diminuta estructura anatómica con forma de almendra llamada amígdala cerebral, que controla emociones tan básicas y contrapuestas como el afecto y el miedo. Así, cuando en esta se activa la hormona de la vasopresina se provoca una sensación de miedo, pero cuando se produce oxitocina lo que se genera es una sensación de afecto.

Con esta información básica, podemos entender por qué los pacientes con la enfermedad de Urbach-Wiethe no tienen miedo. Los análisis genéticos llevados a cabo en los



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