La mariposa enjaulada by Tatiana M. Alonzo

La mariposa enjaulada by Tatiana M. Alonzo

autor:Tatiana M. Alonzo
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Fantástico, Novela
publicado: 2014-12-31T23:00:00+00:00


16

Ave del Paraíso

—Así que este ebrio es Nicolás Rossi.

—En teoría si—respondió con tristeza Emma.

Los días siguientes, después de que Emma le ayudó con la borrachera, Nicolás tomó como rutina diaria ir por el día a la orilla del lago y en las noches a alcoholizarse en la parte trasera de Lázaro. Esta vez procuraba hacerlo después de cenar, así Gino se iría a dormir y no se percataría de nada. Emma se negaba a bajar a acompañarlo en ese estado; pero como se prometió ayudarlo, esa noche, cansada de verlo tan descuidado, tomó una decisión y llamó a su amiga Laila.

—¿Deberíamos despertarlo?

—Sí, tenemos que hablar con él.

Emma sacudió a Nicolás pero este ni se inmutó. Laila no fue tan amable. Tomó la manguera del jardín de Gino y mojó al chico con agua fría. Nicolás se sentó de golpe y se asustó al mirar a una chica con el cabello morado justo frente a él Creyó que esta era parte de otra pesadilla extraña.

—Nico, ella es amiga Laila Todd —la presentó Emma, pero Nicolás dudó que esa anormalidad fuese real—. Es hermana de Samuel Todd.

—Tiene el cabello morado —dijo, asustado.

—Sí, es mi sello personal —sonrió Laila, que también portaba una tiara y vestía tan rara como Emma. También al estilo hippie—. En fin, estamos aquí porque queremos invitarte a un lugar especial —dijo a su nuevo amigo.

Aún soñoliento, Nicolás se llevó ambas manos a la cara.

—Definan “lugar especial” —dijo, obligándose a ser amable. Las quería matar por despertarlo con agua fría.

—No te puedo decir a dónde iremos. Es una sorpresa —prometió Emma—, pero te encantará.

—¿Y si me niego a ir?

Emma arqueó una ceja:

—Si te niegas a ir le diré a Gino que te vigile porque que no es conmigo con quien estás durante el día. ¡Ah! Y que no estaría mal que te eche un vistazo después de cenar.

Nicolás advirtió que Emma hablaba en serio, tendría que ir a ese lugar. Pero aún había algo que daba vueltas en su liada cabeza:

—¿Por qué haces esto, Emma? —preguntó. Sin duda la hippie sentía pena por él y quería ayudarlo, pero él no comprendía por qué—. Me ayudas con mis borracheras, me traes chocolate y mantas para que no pase frio aquí estoy aquí perdido…

—Emma es la defensora de las causas perdidas, chico listo—dijo Laila, justificando—. Te veremos mañana temprano en Ave del Paraíso.

Cuando las chicas se fueron Nicolás se recostó otra vez y continúo durmiendo. Entre las ventajas de dormir alcoholizado estaba no tener tantas pesadillas. A medio noche regresó a su casa y se recostó en su cama.

Gino no tenía la menor idea de qué sucedía con su hijo. No porque no le prestara atención, sino porque el otro prefería guardar silencio y fingir que no pasaba nada. Sin embargo, para Nicolás las cosas no estaban saliendo bien. Las pesadillas continuaban y sólo el ir al lago por el día y alcoholizarse por las noches parecía consolarlo.

Curioso de a dónde lo llevaría Emma, la esperó muy temprano en la mañana.



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