La liga de los chicos supernormales by Gitty Daneshvary

La liga de los chicos supernormales by Gitty Daneshvary

autor:Gitty Daneshvary
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España


16 DE OCTUBRE, 15.04 H. EVANSTON, VIRGINIA

Jonathan y Shelley entregaron la famosa caja de las grabaciones telefónicas de Alice Englander en la oficina central de la Liga de los Niños Supernormales y se marcharon a casa, a la espera de recibir más instrucciones. Los dos agentes se dejaron caer sobre el sofá de Jonathan y se tomaron unas Coca-Colas. Habían triunfado.

A Jonathan se le escapaba una sonrisilla de satisfacción.

—Sé que no debería decir esto, pero una vez dentro todo ha sido bastante fácil.

—Tienes razón, Johno. Un solo día en la Liga y ya tenemos olfato de espía. ¿Y sabes por qué? Porque por una vez en la vida nos hemos dejado guiar por nuestro instinto.

—Querida Shells, que esto no sirva de precedente, pero creo que has dado en el clavo.

Era un momento feliz. De hecho, era el momento más feliz que jamás habían vivido. Pero también fue fugaz, efímero.

—¡Eh! Están hablando del presidente —graznó Shelley señalando la tele—. ¡Sube el volumen!

El presentador, con gesto serio y riguroso, ataviado con traje gris y corbata carmesí, se dirigía a los espectadores pronunciando cada sílaba como solo los presentadores de telediarios saben.

«La rueda de prensa del presidente en relación con el aumento de tropas de infantería ha levantado todo tipo de especulaciones. Todos, desde cómicos hasta políticos de todo el país, aseguran que el presidente Arons se ha contagiado de piojos, probablemente de alguno de sus hijos, lo que explicaría por qué se rascaba tanto esta mañana...»

—¡Ja! Si supieran la verdad... ¡Vaya panda de aficionados! —se burló Shelley.

—¡Qué inocentes! —agregó Jonathan.

Después, el presentador pasó a la siguiente noticia: el vicepresidente.

«Y ahora nos trasladamos hasta Oslo, Noruega, donde el vicepresidente Carl Felinter se ha reunido con el rey Harald y el primer ministro Solberg...»

—¡Pero eso es imposible! —gritó Shelley a la tele—. ¡Le han secuestrado! ¡La Foca le ha secuestrado!

Jonathan se quedó mirando la pantalla fijamente, incrédulo. Se estrujó los sesos en un intento de encontrar una explicación lógica a todo aquel malentendido.

—¿Hola? ¿Jonathan? ¡Di algo!

—Si el vicepresidente está en Noruega, es evidente que no le secuestraron.

—¡Pero la enfermera Maidenkirk y Hammett nos han jurado y perjurado que sí!

—El canal de noticias acaba de emitir un vídeo del vicepresidente Felinter. Llámame desconfiado, pero yo diría que Hammett y la enfermera Maidenkirk nos han mentido —dijo Jonathan.

Y notó que en la garganta se le iba formando un nudo del tamaño de una pelota de fútbol.

—¿Y qué hay del mensaje cifrado que nos ha transmitido el presidente? —insistió Shelley.

—A lo mejor la noticia es verídica y el presidente tiene piojos. ¿Cómo vamos a saber que todas aquellas muecas eran realmente un código? ¿Y si la enfermera Maidenkirk se lo ha inventado todo? —propuso Jonathan.

—No, no puede ser —lloriqueó Shelley con los cristales de las gafas empañados. Un segundo más tarde, le resbalar dos lagrimones por las mejillas.

—Al menos debemos considerar la posibilidad de que nos la hayan jugado; todos ellos, quienesquiera que sean, nos han engañado para que les hagamos el trabajo sucio. A lo mejor la Liga de los Niños Supernormales no es más que una patraña.



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