Don Quijote de la Mancha (Ed. R.A.E.) by Cervantes

Don Quijote de la Mancha (Ed. R.A.E.) by Cervantes

autor:Cervantes
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Aventuras
publicado: 2016-03-10T23:00:00+00:00


CAPÍTULO V

De lo que le pasó a Don Quijote con su sobrina y con su ama.

—En tanto que Sancho Panza y su mujer Teresa Cascajo pasaron la impertinente referida plática, no estaban ociosas la sobrina y el ama de don Quijote, que por mil señales iban coligiendo que su tío y señor quería desgarrarse la vez tercera y volver al ejercicio de su, para ellas, mal andante caballería: procuraban por todas las vías posibles apartarle de tan mal pensamiento, pero todo era predicar en desierto y majar en hierro frío. Con todo esto, entre otras muchas razones que con él pasaron, le dijo el ama:

—En verdad, señor mío, que si vuesa merced no afirma el pie llano y se está quedo en su casa, y se deja de andar por los montes y por los valles como ánima en pena, buscando esas que dicen que se llaman aventuras, a quien yo llamo desdichas, que me tengo de quejar en voz y en grita a Dios y al rey, que pongan remedio en ello.

A lo que respondió don Quijote:

—Ama, lo que Dios responderá a tus quejas yo no lo sé, ni lo que ha de responder Su Majestad tampoco, y solo sé que si yo fuera rey me excusara de responder a tanta infinidad de memoriales impertinentes como cada día le dan, que uno de los mayores trabajos que los reyes tienen, entre otros muchos, es el estar obligados a escuchar a todos y a responder a todos; y así, no querría yo que cosas mías le diesen pesadumbre.

A lo que dijo el ama:

—Díganos, señor, en la corte de Su Majestad, ¿no hay caballeros?

—Sí —respondió don Quijote—, y muchos, y es razón que los haya, para adorno de la grandeza de los príncipes y para ostentación de la majestad real.

—Pues, ¿no sería vuesa merced —replicó ella— uno de los que a pie quedo sirviesen a su rey y señor estándose en la corte?

—Mira, amiga —respondió don Quijote—, no todos los caballeros pueden ser cortesanos, ni todos los cortesanos pueden ni deben ser caballeros andantes: de todos ha de haber en el mundo, y aunque todos seamos caballeros, va mucha diferencia de los unos a los otros; porque los cortesanos, sin salir de sus aposentos ni de los umbrales de la corte, se pasean por todo el mundo mirando un mapa, sin cost arles blanca, ni padecer calor ni frío, hambre ni sed; pero nosotros, los caballeros andantes verdaderos, al sol, al frío, al aire, a las inclemencias del cielo, de noche y de día, a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros mismos pies, y no solamente conocemos los enemigos pintados, sino en su mismo ser, y en todo trance y en toda ocasión los acometemos, sin mirar en niñerías, ni en las leyes de los desafíos; si lleva o no lleva más corta la lanza o la espada, si trae sobre sí reliquias, o algún engaño encubierto, si se ha de partir y hacer tajadas el sol



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