La inoportuna pasión de lady Pamela by Bethany Bells

La inoportuna pasión de lady Pamela by Bethany Bells

autor:Bethany Bells [Bells, Bethany]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2024-01-25T00:00:00+00:00


Capítulo 9

Me gusta usted tal cual es, alma incluida

Para David, los días siguientes fueron los más felices de los últimos años.

No era que hubiese cambiado mucho su situación, porque tanto la señorita Watson como él se mantenían muy correctos el uno con el otro y ella tendía a ruborizarse y salir huyendo a la mínima de cambio, seguro que recordando el beso que habían intercambiado tras la visita de Dalton.

Pero a la vez, se notaba que habían acercado posiciones. Ya no estaban en guerra continua, ya no quedaba vestigio de aquella frialdad hostil que los había caracterizado desde un principio, al contrario: la joven lo trataba con amabilidad y cierta coquetería, lo que le daba esperanzas.

La señora Douglas, que había estado escuchando al otro lado de la puerta durante la visita de Dalton, le había dicho que aquel individuo extraño e inquietante era el teniente de policía de Little Lake y que le había propuesto matrimonio a la señorita Watson justo antes de que empezaran a discutir por un botón.

—¿Un botón? —preguntó David, desconcertado. La señora Douglas asintió.

—Tal cual se lo digo, doctor. Él debió perderlo y ella lo encontró. Ambos estaban indignados, vaya usted a saber por qué.

David no entendía nada, pero decidió no preguntar directamente a la joven, más que nada por si ella contraatacaba intentando descubrir algo de su pasado. No sabía si algún día llegaría a tener tanta intimidad con ella como para hablarle de Angelique, pero de momento prefería no pensar siquiera en ello.

Por lo demás, las cosas en el trabajo mejoraron notablemente. De la noche a la mañana, la señorita Watson empezó a comportarse con él como una enfermera modélica, y al poco David empezó a darle libertad para atender algunos casos y para comentar sus opiniones. En las comidas o cenas, ya no eran él y el doctor Watson quienes llenaban el silencio, mientras ella comía sin decir palabra; en su lugar, intervenía con buen ánimo y aportaba unas opiniones que David siempre encontraba muy interesantes. Profesionalmente, todo iba bien.

Pero el beso seguía presente entre ellos, flotaba como un jirón de niebla casi invisible cada vez que se miraban desde sus puestos en la mesa durante el almuerzo, o cuando se daban las buenas noches en la sala o en el pasillo.

Se estaba empezando a fijar en detalles que antes le hubieran pasado desapercibidos, como el perfume que dejaba la joven a su paso por la casa, ese aroma a lavanda, a limpio, a gente feliz que tanto anhelaba aspirar a pleno pulmón. También le gustaba la manera en que se recolocaba las gafitas cuando estaba nerviosa, o su figura, cuando la veía alejarse por las tardes de la casa, para dar su paseo con su amiga, Sarah Holmes. David la seguía con la mirada desde la ventana de la biblioteca, preguntándose en qué estaría pensando.

Y preguntándose qué demonios le pasaba a él.

—Te sientes solo, como siempre, eso es lo que pasa —⁠se dijo uno de esos días, mientras contemplaba cómo se alejaba.

Sí, esa seguía siendo una triste verdad.



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