La divina comedia by Dante Alighieri

La divina comedia by Dante Alighieri

autor:Dante Alighieri
La lengua: spa
Format: epub, mobi
ISBN: 9788467021882


CANTO XVIII

Había terminado sus razones

mi alto doctor, mirando atentamente

si en mis ojos mostraba mi contento;

y yo, a quien nueva sed atormentaba,

callaba, mas por dentro me decía:

«mi preguntar acaso le molesta».

Mas el padre veraz, que se dio cuenta

del medroso deseo que ocultaba

sin hablar, me alentó a que preguntase.

Y yo: «Maestro, mi visión se aviva

tanto en tu luz, que ya distingo claro

lo que tu ciencia abarca o me describe:

Y así te pido, caro y dulce padre,

me expliques ese Amor al que reduces

cualquiera bien obrar o su contrario.»

«Dirige —dijo— a mí las claras luces

del intelecto, y el error verás

de los ciegos que en guía se convierten.

El alma, que a amar presta fue creada,

se mueve a cualquier cosa que le place,

tan pronto del placer es puesta en acto.

La percepción, de seres verdaderos

saca la imagen que despliega dentro,

e impulsa al alma a que se vuelva a ésta;

y si, vuelta hacia ella, se doblega,

Amor se llama ese doblegarniento,

que por gozar de nuevo entra en vosotros.

Y, como el fuego a lo alto se dirige,

porque su forma a subir fue creada

donde más se conserva en su materia,

presa el alma se entrega así al deseo,

impulso espiritual, y no reposa

hasta que goza de la cosa amada.

Ahora comprenderás cuánto está oculta

esta verdad a la gente que dice

que todo amor sea loable cosa;

porque acaso parece su materia

que es siempre buena, mas no todo sello

es bueno aunque la cera sea buena.»

«Con tus palabras y mi ingenio atento

—le respondí— ya sé qué es el amor,

pero esto de otras dudas me ha llenado;

pues si el amor se ofrece desde fuera,

y el alma no procede de otro modo,

no es mérito si va torcida o recta. »

«Cuanto ve la razón puedo decirte

—dijo—; si quieres más, aguarda entonces

a Beatriz, pues que de fe es materia.

Cualquiera fortna sustancial, que aparte

de la materia está, y está a ella unida,

una específica virtud contiene,

la cual no es perceptible sino obrando,

ni se demuestra más que por efectos,

cual la vida en las plantas por sus frondas

Mas de dónde nos vengan las primeras

nociones a la mente, lo ignorarnos,

y del primer apetecer las causas,

que en vosotros están, como en la abeja

el arte de hacer miel; y este deseo

no merece desprecio ni alabanza.

Mas porque a éste aún otros se añaden,

innata os es la virtud que aconseja,

y el umbral guarda del consentimiento.

Este es pues el principio del que parte

en vosotros el mérito, según

que buen o mal amor tome o desdeñe.

Los que al fondo llegaron razonando,

se dieron cuenta de esta libertad;

y al mundo le dejaron sus morales.

Aun suponiendo que obligadamente

surja el amor que dentro se os encienda,

la potestad tenéis de refrenarlo.

A esta noble virtud Beatriz la llama

libre albedrío, y procurar debieras

recordarlo por si ella te habla de esto.»

La luna, casi a media noche tarda,

más raras las estrellas nos hacía,

como un caldero ardiendo por completo;

corriendo por el cielo los caminos

que el sol inflama cuando los de Roma

lo ven caer entre Corsos y Sardos.

Y la sombra gentil, por quien a Piétola

más que a la propia Mantua se celebra

me había liberado de mi peso;

y yo, que la razón abierta y llana

tenía ya



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