La coleccionista de historias by Sally Page

autor:Sally Page [Page, Sally]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-01T00:00:00+00:00

* * *

Cuando llega a la casa de Geordie, la luz del porche está encendida y hay una nota para ella pegada al espejo de la entrada.

Tienes la cama hecha en la habitación de invitados de delante. En el frigorífico una botella para ti. Nos vemos dentro de tres semanas. Besos. G.

Janice mete su equipaje y la caja de libros del coche y los deja en la entrada. Cierra la puerta tras ella y se queda escuchando el silencio de la casa. El suave tictac del reloj de caja, el ligero chirrido de las tuberías (Geordie ha dejado la calefacción encendida) y, lo mejor de todo, en suave combinación, el delicado silencio. Janice se sienta en la silla de la entrada, saboreando la deliciosa tranquilidad. Piensa en el hombre que no construía aviones y sabe en ese momento que no cambiaría este silencio por el canto de pájaro más hermoso del mundo.

Un rato después entra en la cocina, una estancia grande pintada de un desteñido color dorado. Los muebles son de pino viejo y en el aparador están los platos rojos y azules que coleccionaba Annie. Hay también muchos tiestos de colores con plantas. Recuerda que Annie le contó que Geordie y ella habían comprado muchos de ellos en un viaje a México. Mira la foto de Annie en el estante de en medio, una mujer alta y atractiva con pelo largo y oscuro. Geordie había conocido a Annie en una gira por Estados Unidos donde ella había estado trabajando en la publicidad de sus conciertos. Annie le había contado en una ocasión a Janice que había pasado los primeros años de su vida en un orfanato y que sabía poco de sus antepasados. «Pero mira qué pelo, Janice. Debe ser de cheroqui auténtica». Janice se preguntaba si el hecho de ser huérfana fue el motivo por el que ella y Geordie habían decidido formar una familia tan grande. Tienen seis hijos, todos desperdigados por el mundo. Janice observa la fotografía de la amada madre y esposa que murió de cáncer un día antes de su sesenta cumpleaños. «Gracias, Annie», dice en voz baja.

De repente, se da cuenta de que el ruido que oye no es de la calefacción central, sino de su estómago. Está muerta de hambre. Mira en el frigorífico pero hay poca cosa, aparte de unos tarros de pepinillos, mantequilla, mermelada, medio cartón de leche y una botella de champán. Esta última tiene una nota adhesiva con su nombre. Cierra la puerta. Quizá una taza de té. No está segura de tener ganas de celebrar nada. Mira en el congelador y ve que Geordie tiene un alijo de comidas preparadas de Marks & Spencer. Meterá una de ellas en el microondas en un minuto. Siempre puede reponerla mañana. Mientras espera a que hierva el agua, mira las plantas de Annie, aunque sabe que estarán todas bien. Geordie se encarga de mantener estas plantas con vida con el mismo amor apasionado que demostró cuando trató de salvar a su dueña aficionada a la jardinería.

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