Instituciones divinas Libros I-III by Lactancio

Instituciones divinas Libros I-III by Lactancio

autor:Lactancio [Lactancio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 0310-01-01T05:00:00+00:00


LIBRO III

SOBRE LA FALSA SABIDURÍA

Los poderes de la verdad de la y de la elocuencia

1 Puesto que todavía hoy se piensa que la verdad sigue envuelta en tinieblas, ya por el error y la ignorancia del vulgo esclavo de diferentes e inútiles supersticiones, ya porque los filósofos la enturbian más que la ilustran con la maldad de sus talentos, yo quisiera ahora, si no tener una elocuencia como la de Marco Tulio, que era realmente extraordinaria y admirable, sí al menos alcanzar una capacidad cercana a la elocuencia, para que la verdad se manifieste al fin con la ayuda de las fuerzas de mi ingenio en la misma medida en que ella vale por su propia fuerza, y para que, rechazados y derrotados los errores tanto comunes como los de los que son considerados sabios, pueda yo aportar una luz clarísima al género humano. Y yo quisiera que esto sucediera por dos razones: 2 ya porque los hombres, que creen incluso las mentiras cuando son cautivados por la elegancia del discurso y el atractivo de las palabras, podrían dar más crédito a una verdad elegantemente presentada, ya ciertamente para que los filósofos fueran subyugados por mí, precisamente con sus propias armas, en las cuales suelen complacerse y confiar. 3 Pero como Dios quiso que la verdad simple y desnuda fuese por naturaleza bella —y es que es suficientemente elegante por sí misma y se afea si es embadurnada externamente con adornos añadidos—, y quiso en cambio que la mentira agradara cuando, va cubierta de una belleza que no es suya —y es que lo que es por naturaleza corrupto se desvanece y diluye si no está adornado y embellecido por adornos buscados fuera de ello—, soporto con buen ánimo que se me haya concedido un talento mediano. 4 De todas formas, yo emprendí esta obra, de más peso quizás que el que pueden soportar mis fuerzas, confiado, no en la elocuencia, sino en la verdad. Si yo fallo, sin embargo, esta obra llegará a buen término gracias a la propia verdad y con la ayuda de Dios, que es a quien pertene5ce este programa. Efectivamente, puesto que yo sé que los más grandes oradores han sido muchas veces vencidos por mediocres abogados, ya que el poder de la verdad es tan grande que se defiende a sí misma con su propia claridad incluso en las cosas más pequeñas, ¿por qué he de pensar que ésta va a ser derrotada en una causa tan importante por hombres ciertamente inteligentes y elocuentes, pero 6 que defienden cosas falsas, y que ella, si bien no gracias a mis palabras que salen sencillas de una fuente pequeña, pero sí gracias a su propia luz, no se va a mostrar clara y luminosa? Y si los filósofos brillaron por el conocimiento de las letras, yo no les voy a conceder por ello la ciencia y el conocimiento de la verdad, cosa que nadie puede con7seguir sólo con la reflexión y el análisis. Ni critico ahora



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