Impulso by Nora Roberts

Impulso by Nora Roberts

autor:Nora Roberts [Roberts, Nora]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1989-01-01T05:00:00+00:00


Seis

Atenas no era Oriente ni Occidente. Era carne espetada asándose con especias. Era altos edificios y tiendas modernas. Era estrechas calles sin asfaltar y bulliciosos bazares. Había sido el escenario de batallas y revoluciones. Era antigua, civilizada y apasionada.

Rebecca se enamoró a primera vista.

París la había seducido, Londres le había encantado, pero Atenas le robó el corazón. Quería verlo todo de inmediato, desde el amanecer hasta la noche.

Estuvo paseando durante toda la mañana mientras Stephen estaba ocupado en sus reuniones de negocios. El hotel que él había escogido era bonito, pero Rebecca se sentía atraída por las calles y sus gentes. De alguna manera no se sentía como una turista más, era como volver a casa después de un largo viaje. Atenas la esperaba para darle la bienvenida.

Era increíble. Toda la vida había aceptado los parámetros que otros habían establecido para ella. Sin embargo, en aquellos momentos disfrutaba de total libertad mientras paseaba por la ciudad vieja donde podía comprar baratas copias de escayola de los principales monumentos o elegantes antigüedades.

Pasó por delante de las tabernas, pero estaba demasiado emocionada como para dejarse tentar por el delicioso aroma del café y los pasteles. Escuchó las notas de una flauta y cuando levantó la vista vio la Acrópolis.

Aunque era bastante temprano, grupos de turistas se dirigían ya hacia el único camino de subida. Rebecca se sentía sola, pero también cómoda en medio de toda aquella gente.

No era capaz de explicar la sensación de estar al sol de la mañana contemplando un monumento erigido en honor a los dioses, algo que había soportado la guerra, las tormentas y el tiempo. Había sido un lugar de culto. Incluso después de los siglos, Rebecca podía sentir su espiritualidad. Quizá la diosa Atenea con su casco brillante y su lanza todavía la visitaba.

Se había sentido desengañada al saber que Stephen no podía hacerle compañía en su primera mañana en la ciudad. Pero en aquel momento se alegraba de estar a solas con sus pensamientos y ensoñaciones, sin tener que explicárselos a nadie.

Paseó entre los templos meditando sobre los cambios que ella había experimentado. No era sólo el respeto que sentía allí, ni la emoción que le habían producido Londres o París lo que la había cambiado. Era Stephen y todo lo que sentía por él desde que lo había conocido.

Quizá volviera a Filadelfia algún día, pero jamás volvería a ser la misma persona. Una vez enamorada hasta la última fibra de su ser, ya nada sería lo mismo.

Deseaba que fuera más sencillo, como imaginaba que lo era para muchas otras mujeres. Un hombre interesante y una atracción física. Pero con Stephen, igual que con Atenas, había perdido el corazón. Aunque pareciera imposible, reconocía que la ciudad y Stephen eran parte de su ser. Y el deseo mezclado en el amor nunca podía ser algo sencillo.

Pero ¿cómo podía estar segura de haberse enamorado si nunca le había ocurrido antes? Si estuviera en su casa, por lo menos tendría alguna amiga con quien hablar. Soltó una risita. No podía recordar cuántas veces había sido ella la que escuchaba en aquellos casos.



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