Hazme una escena de amor (Spanish Edition) by C. M.A

Hazme una escena de amor (Spanish Edition) by C. M.A

autor:C. M.A [M.A, C.]
La lengua: spa
Format: mobi
publicado: 2015-12-10T00:00:00+00:00


«Ama como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas.

No te preocupes de la finalidad de tu amor ».

Elena S. Noriega

&

Álvaro J. Bregan

Los invitan a compartir el reencuentro del amor.

Capilla “Nuestra Señora de la Misericordia”

29 de noviembre a las 11.30 hs.

Luego le sigue el baile...y arrojamos los años por la ventana.

—Tú padre está más loco que nunca. Me devolvió la invitación, no la acepté.

—Quédatela, es tuya. No pienses que vas a zafar de la situación. Si morimos, morimos todas juntas—metí en mi boca un arrollado primavera, mastiqué con desgano—, y no te olvides de llevar a los gemelos, así le alborotan la fiesta.

—No seas malvada, y sobre todo no utilices a mis dos dulces demonios como tus esbirros personales. ¿Qué problema tienes con...—volvió a echarle ojo a la invitación—, con Elena S. Noriega?

—Que está loca como él. ¡Son gente grande!

La montaña de calorías que Iris tenía en su plato desaparecía como por arte de magia dentro de su boca.

—¿Me estás diciendo que Elena no es una veinteañera como su anterior mujer?

—No, no lo es, al contrario, es más vieja que él. ¡Tiene 67 años!

El chow fan salió a modo de lluvia de su boca a causa de la carcajada que no pudo contener.

—Él 65, ella 67, si eso no es amor, es demencia senil en su primer estadio—dijo con regocijo. El restaurante no era lo único que alimentaba a Iris, también lo hacía mi historia familiar. Continuó—Piensa el lado bueno...

—¿Qué lado bueno?—la interrumpí—Aquí no hay lado bueno.

—Por supuesto que lo hay, ahora tienes quién le cambie los pañales a futuro.

—¿Cambiar los pañales? ¿Quién a quién?

—¡Mutuamente, y de seguro, al mismo tiempo! No vas a tener que enviarlo a una residencia para ancianos, ellos juntos van a hacer una.

—Eso mismo dice Érica.

El apetito se me había quitado, aparté mi bandeja.

—Érica es una mujer inteligente, siempre mira el vaso medio lleno, en cambio tú—sugirió pero no finalizó la idea.

—En cambio yo ¿qué?—demandé una continuación con un notorio fastidio encima.

—En cambio tú ves lo malo en todo—se apropió de mi bandeja e hizo de cuenta que era una extensión de la suya. Su tenedor pinchaba por aquí, por allá, y llevaba todo a su boca—. Si te dicen que reformules un poco una de tus historias, ves fracaso inminente; si te pagan una noche de sexo con un Dios del Olimpo...

Estaba dispuesta a ponerle un freno, no lo hice, la sola mención de «noche de sexo paga» logró ponerme en estado catatónico.

—...tú ves un acto aberrante digno de condena—continuó con total libertad—, si tu padre se casa por cuarta vez, tú ves...—hizo una pausa mental—, tú ves a tu padre casarse por cuarta vez. Lo siento, no se me ocurrió nada más.

La expresión en mi rostro decía lo obvio: Iris, tienes la más completa y grande razón.

Así era yo, y si a ella no se le ocurría un argumento fatalista para poner en mi boca relacionado a la decisión de mi padre, era porque desde dónde se evaluara el asunto no lo había.



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