Hambre insaciable by Sylvia Day

Hambre insaciable by Sylvia Day

autor:Sylvia Day [Day, Sylvia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2012-06-30T16:00:00+00:00


* * *

Syre abandonó el edificio. Necesitaba aire. Había anochecido, el cielo del desierto estaba teñido de color naranja, rosa y púrpura. Un rayo rasgó el cielo, seguido de otro. Fuera de lugar, pensó él, pero muy bello.

El sofocante calor del día había remitido, al igual que la furia que antes había sentido. Su lugarteniente había puesto en peligro a todos los vampiros con su comportamiento, pero en parte se sentía aliviado de verla pelear por algo que no fuera la venganza. Vash había permanecido sumida en la amargura durante mucho tiempo. Tanto, que la venganza se había convertido en su única razón de vivir.

Syre sacó su móvil del bolsillo y marcó el número de Adrian. Cuando la llamada fue al buzón de voz, dejó un mensaje.

—Adrian —dijo con tono sombrío—, los actos que Vashti ha llevado a cabo hoy no estaban autorizados. Sin embargo, estoy dispuesto a responsabilizarme de lo que ha hecho. Si lo que quieres es venganza, ya sabes dónde encontrarme. Déjala al margen de esto.

Después de colgar, dobló la esquina del edificio y se detuvo en seco. Raze estaba apoyado contra el refuerzo de metal de la fachada del edificio, con los brazos cruzados y marcando bíceps. No apartaba la vista de la esbelta silueta femenina que se hallaba a unos metros. Esta no dejaba de pasearse de un lado a otro, como si estuviera nerviosa, mientras hablaba por teléfono. Con Adrian.

Syre indicó al capitán de los Caídos que se alejara y metió las manos en los bolsillos, para asumir la posición de vigilancia que Raze acababa de abandonar. Las emociones de Syre eran un torbellino de dolor, culpa, pesar, tristeza e ira. Mientras observaba a la mujer que había suplantado a su adorada hija en todos los sentidos —la mujer que constituía el punto más vulnerable de su viejo adversario—, comprendió que no sabía qué decir… o qué hacer con ella. Suponiendo que tuviera que hacer algo.

—No me ocurrirá nada —decía la mujer—. Regresaré pronto, neshama. Por favor, no te preocupes… Sí, ya sé que eso es imposible. Por esto estoy aquí, ¿no? Porque estoy preocupada por ti… Lo haré… Yo también te quiero.

Después de colgar, miró el móvil que sostenía en la mano y suspiró. Había algo en ese sonido, un deje de pesar y cansancio que conmovió a Syre.

La joven se volvió y lo vio, observándola. Se quedó de piedra, sus ojos parpadeando bajo la luz crepuscular. Era una novata que aún no se había acostumbrado a sus nuevos sentidos.

—¿Cómo te sientes, Lindsay?

Ella se pasó una mano por su rizado cabello, un gesto que él recordaba que solía hacer cuando se sentía incómoda. Abrió la boca pero luego la cerró.

—Bien —respondió, encogiéndose de hombros.

Él avanzó unos pasos, aproximándose a ella lentamente para demostrarle que no era una amenaza. Al acercarse, percibió el brillo febril de sus ojos y su respiración acelerada.

—¿Cuánta sangre has dado al Alfa?

—Medio litro. Quizás algo más.

—Es demasiado pronto después de la Transformación —murmuró él, alzando la mano con cautela hacia el rostro de ella—.



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